El jardín de la casa de María estaba precioso. Celebraba su cumpleaños y sus amigos las hadas y los duendes le hicieron un regalo muy original, ellos se encargaron de preparar la fiesta y adornar el jardín.

Cuando llegaron sus amigas estaba anocheciendo. María las recibió a la entrada de la casa y juntas pasaron al jardín que estaba en la parte trasera. A María le habían pedido sus amigos las hadas y los duendes que no fuera al jardín mientras lo adornaban.

Todas incluida María lanzaron un ¡Oh! de admiración al llegar al jardín. Cientos, miles de luciérnagas iluminaban los senderos, los setos y los arbustos. De las pérgolas colgaban nubecitas de algodón azucarado. El agua de la fuente tenía un sonido distinto y al caer sobre la taza las gotas que salpicaba eran bolitas de caramelo.Sobre una mesa había pequeñas hojas que hacían las veces de platos y cada una contenía un canapé o un pastelillo. Las copas con forma de campana estaban hechas con pétalos de flores, contenían jugos de frutas y leche con miel. Los cuatro vientos silvaban suavemente entre las hojas de los árboles produciendo una música alegre.

Comieron, bebieron y bailaron hasta quedar rendidas. Aquella fue una fiesta espectacular.

Cuando se fueron sus amigas María agredeció a aquellos seres fantásticos todo lo que habían hecho para ella.

-Tú crees en nosotras- dijo la Reina de las Hadas- y nunca pides nada para tí.Queriamos
que supieras cuanto nos gusta que nos llames haciéndote este regalo en tu cumpleaños-.

María nunca olvidaría aquel cumpleaños y nunca se olvidaría de sus amigas las hadas a las que siguió llamando cuando algo era muy dificil de conseguir.

Y... colorín colorado éste cuento se ha acabado y el próximo no ha empezado.