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El engendro

Puede ser que tenga la cara de bueno, ángel, cara de hacer las cosas bien, pero, eso, no implica nada mas que una careta, y una llena de cicatrices como medallones de carne quemada, pero, sólo se hacen visibles cuando alguien se acerca, pone sus ojos en mis líneas, y escucha mi cuento, mi poema, mis letras...

Nací una tarde de un domingo lleno de pelos en todo el cuerpo, y un grito parecido al de una rata aplastada por la pata de un cerdo... Dicen que tenía los ojos mas grandes y negros que jamás habían visto mis parientes y matronas por lo que uno de mis familiares decidió llevarme, así como estaba, seguramente mi padre, a un brujo. Este maldecido, me miró y le dijo a mi padre que yo estaba lleno de demonios y que lo mejor sería que murieses, que el lo ayudaría sin que nadie se diera cuenta... Dicen que lo hicieron, me dieron una de esas cagadas de pócimas y quedé dormido como un gusano en una acequia. Cuentan los que me recogieron que un grupo de extraños señores me tiraron a un basurero, lleno de ratas y moscas, y que estos tipejos, por algún espíritu extraño, los bañó de bondad. Me recogieron y me llevaron hacia su comadreja llena de vagos, ladrones, en fin... indigentes. Cuentan que una de las mas viejas prostitutas me miró y dijo que estaba muerto pero que podía salvarme. Me desnudo, me metió en la boca no sé qué porquerías y con un grito nacido del infierno de mi ser, grité como el demonio. Abrí los ojos y todos se asustaron al verme los ojos negros renegros como la pero de las conciencias... Quizá por ello todos se sintieron mejor, es decir, mas limpios y puros de aquella suciedad llamada culpabilidad... Me lavaron, cuidaron como si fuera un Mesías, o un Demián y me dieron un nombre: Moitut (sacado de la mierda). Cuentan que desde niño me hicieron estampas, dibujos en cada rincón de mi cuerpo, hasta mi cara era un jeglorífico, todo eso me hicieron, además que cortarme el pene, pues temían que fuera a cagar a una mujer y darle otro demonio... Cuando ya joven tuve un poco de conciencia, pude por la primera vez salir a la calle, y vi por primera vez la naturaleza, los animales que al verme trataron de matarme... Uno de ellos me mordió la cara y quedé con el rostro así como un pedazo de pan mordido... mientras eso me acontecía, una fuerza dentro de mí, despertó. Grité con todas mis fuerzas y como si de mis ojos saliera un chorro de luz, las bestias de gatos, perros, ratas, cerdos, se fueron como si el fuego los hubiera mordido. Me paré y fui a mi casa en donde la anciana cuidaba mis días y mis noches. Me curó y lleno de sangre por todos lados le pedí que contara qué es lo que me ocurría. Lo escuché todo, y me dije que yo era el hijo de algún dios negro, así como el color intenso de mis ojos... Le dije a la anciana mujer que deseaba vivir solo y que muy pronto saldría a vivir por mi cuenta. La anciana me miró a la cara y por la primera vez vi llorar a una mujer, sentí algo bello, y no sé por que sentí acabar con su vida... Cogí un pedazo de acero y se lo aplasté en la cara, luego, la corté en pedazos y me la llevé en una bolsa... Para que no me miraran en la calle, cubrí mi rostro bajo un trapo de color negro, mostrando mis ojos, mi nariz y mi boca.

He viajado por todos lados, y he matado a muchas personas, y a todos les he guardado un pedazo de ellos en mí. Les cortó un pedazo de oreja y lo cuelgo como un collar. La mayoría son indigentes, prostitutas, ladrones, y, muy de cuando en vez, una que otra señora de la alta sociedad... Soy alto, fuerte, y, de solo mirarme la cara, la gente se pone a temblar... Y eso estimula mi sangre y busca beber de sus sangres... Es algo que hago siempre, y me gusta porque es como el vino de la vida, y me llena de vigor y de sueños increíbles como el estar siempre frente a un fuego que hace mi voluntad, que me ama y me dice cosas, cosas bellas como adorar cuerpos quemados, gritando frente a mis negros ojos...

Y ahora que estoy viviendo en esta bella casita nada es como parece, que todo es como un sueño, y un largo que me trae recuerdos, buenos y malos... y siempre que me miro al espejo, y veo mi rostro limpio, me pregunto el cómo he llegado a tener ese rostro cuando el verdadero se halla tras la epidermis de mi alma... Si quieres escuchar una sola verdad, esa es que nada es como parece. Vivo solo, escribo y ya no soy como antes... Ahora tan solo escribo todo aquello que tengo ganas de hacer y no hago porque no me da la gana...

No te preocupes, nada es como parece.... ni tu mismo eres como pareces. Dentro de ti se halla un ser lleno de huellas, de textos oscuros así como el color de mis ojos....
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 16816
  • Fecha: 13-06-2006
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 4.56
  • Votos: 48
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3026
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