Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Misterios

El escambrador

Con sigiloso paso Ramón hubo de alcanzar la acera de enfrente, a la espera de un ómnibus que transportáralo al otro flanco de la triste ciudad; una vez adentro, recorrió con su mirada la amodorrada tripulación, a la que tomó ingente aversión, pues toda oscilaba entre la desidia y el asco. Empero, una brusca detención lo obligó a darse vuelta y a reconocer en el nuevo tripulante a una esbelta y voluptuosa mujer, de cuyos finos y exquisitos rasgos no tenía noticias precedentes, de manera que quedó de ella prendado cual mujer de quien amorosamente la desflora. A la sazón, dejó a la hermosa mujer que escogiera su puesto, con la esperanza enorme de que asentara sus nalgatorios en un sitio completamente vacío, a efectos de acompañarla en lo que durase el viaje, y suma suerte tuvo, pues púdose sentar al lado de la mujer, y contemplarla fijamente con ojos de cálido sentimiento, que pareciéronle a la sorprendida mujer llenos de lujuria y depravación. Antes que ella se cambiara de lugar, Ramón se atrevió a hablarle, no sin padecer alarmantes indicios de un vahído ni sin retirar el delator carmesí de su semblante. Díjole: "Hermosa mujer, perdóneme la importuno con estas toscas palabras, pero su celestial belleza ha exaltado mi espíritu de manera sobrenatural, tanto, que le aseguro que el pastor Paris la hubiera a usted elegido por sobre aquellas tres famosas diosas, de cuya inferior belleza doy yo fe, pues nada supera ni se iguala a lo perfecto, y usted es quien lleva en su seno el inconfundible sello de la perfección femenina". La mujer, pese a las confusas pero enternecidas palabras, repuso: "¿Y entonces", a lo que reaccionó Ramón: "¿Cómo así que entonces? Sólo le digo que usted me embelesa, no es más". A lo que nuevamente repuso la imponderable damicela: "¿Y entonces?" Ello indignó a Ramón, quien hubo de sugerirle a la dama una cuestión: "¿Hermosa mujer, mojón supremo de la belleza, supone usted, según su recurrente respuesta, que toda palabra inútil ha de contestarse con un "¿y entonces??" Con la cabeza asintió la dama, y Ramón la reconvino: "¿Y hay algo importante que se pueda decir?" Y la mujer se encogió de hombros. "Me fuerza usted - continuó Ramón -, hermosa dama, a llevar a la práctica su incontestable e irrechazable propuesta, a saber, contestar con un "¿y entonces?" a cuantos inútiles comentarios o preguntas me formulen".
Desde entonces, amigos, familiares, conocidos, adláteres, transeúntes y demás oyéronle a Ramón un eterno "y entonces", de suerte que tuviéronlo por orate y quisieron por siempre ayudarle con altisonantes plegarias, cuya regularidad vióse las más de las veces interrumpida por un abrupto y molesto "¿y entonces"?
Datos del Cuento
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.06
  • Votos: 32
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3489
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.147.81.172

1 comentarios. Página 1 de 1
Emilio Casas
invitado-Emilio Casas 12-03-2003 00:00:00

La sapiencia del cuento no está a la altura del vulgo. Su mensaje es descarado, irónico, y tremendamente sabio. La eterna respuesta de "Ramón" a todo lo que presenciaba es un dictamen severo sobre la importancia de las cosas en la vida, sobre lo anodino que es el mundo entero, sobre las sobreactuadas pantomimas.

Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.638
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.509
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 55.582.033