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Categoría: Terror

El escritor fatalista

¡La muerte es un engaño, una ilusión,
una falsa... somos materia... la materia
no puede ser destruida ni creada!¡Si somos espíritu menos, los espíritud conocen la
inmortalidad!
Escuadrón





Federico había tomado la decisión de escribir su último cuento de terror, estaba cansado de sus muertos, ya ni se acordaba del último cadáver de sus historias, tenía pesadillas, veía a los fantasmas de sus víctimas correr por el pasillo de la vieja mansión, a veces se asustaba, tenía horribles presentimientos. Escuchaba los gritos de los que había quemado en la hoguera, el golpe producido por algún ahorcado, el grito desperado de una madre enloquecida por el asesinato de su hijo... en fin, estaba harto de tanta sangre, de tantas tragedias, de tantos crímenes...

No se podía explicar aquella afición por estos temas. Era un hombre tranquilo, un pacifista que no creía en las guerras ni en la violencia. Era un fiel devoto, hombre cristiano muy temeroso de Dios... pero en el fondo de su alma habitaban historias horribles que decidió dar a conocer...

Sería que tenía doble personalidad, que había sido un criminal en la otra vida...¡No!, jamás creyó en otras vidas ni qué ocho cuartos... sólo tenía esta vida y debía ponerla en orden... apagaría aquella llama inspiradora de tantas historietas fatalistas... Esta noche escribiría su último cuento de muerte, sangre, pavor.. comenzaría otra etapa... hablaría de hermosas historias de amor, de vidas sacrificadas, de los pocos políticos honrados que quedaban en el planeta, hablaria de las historias bíblicas, hablaría de la pasión y la lujuria de dos seres que se amaban... en fin ya no sería el escritor fatalista...

El aullido de un perro callejero lo sacó de aquella profunda reflexión. Se levantó y cerró la pequeña ventana que miraba hacia el jardín,
la lluvia caía con furia y un enorme relámpago hizo que cerrara la ventana. El trueno hizo estremecer su casa. Un poco asustado por la tormenta corrió a la cocina y cerró bien la puerta y la ventana. Luego fue a su cuarto dormitorio y observó a través del cristal la luna llena que trataba de escapar de la red de nubes negras que comenzaban a cubrirla... era una noche de esas de películas, sólo faltaba la niebla y que el conde drácula apareciera en forma de murciélago afeminado y metido en tragos... rió como loco por su ocurrencia.

Ahora se sentía más seguro... caminó a la cocina y se sirvió un 43 con leche, le fascinaba esa bebida, una pena que no tuviera un poco de canela... Una vez en la sala tomó un libro de la biblioteca personal: La Barca de la Muerte, por José Luis Sánchez... lo miró y lo lanzó con rabia hacia el sofá... era posible que el culpable fuera ese mediocre escritor, su libro chorreaba sangre por sus páginas... en todos sus narraciones había un muerto, un infeliz ahorcado, una pobre mujer maltratada a golpes, un pobre cabrón que se enteró en el último momento que su amantísima esposa practicaba la caridad y el amor con su vecino, su jefe o su mejor amigo... aqéllas páginas le chuparon la conciencia y lo indujeron a seguir el mismo camino...

Ese sería el primero que mataría en su último cuento, pobre del infeliz, si supiera lo que le espera, esta noche de lluvia, de relámpagos y truenos.

Creyó escuchar un murmullo en el balcón de su casa, el perro volvió a aullar, cantó un buho, y un ave muy negra se posó en su árbol de mangó... aquel pájaro lo miraba mientras levantaba sus alas como para iniciar el vuelo... sintió una terrible angustia y cerró nuevamente la puerta.

Volvió a la cocina y se sirvió algo más fuerte. Tomó la botella de tequila y se sirvió casi medio vaso... buscó sal, ´se echó un poco sobre la parte superior del dedo gordo de la mano izquierda y echó un poco de limón... bebió un trago y con su lengua arrazó con la sal y el limón... sintió que una flecha de fuego bajaba por su garganta... ahora estaba más tranquilo, la lluvia había cesado... fue al baño... miró su colección de chicas que había bajado del internet. Una a una fue acariciando sus senos, sus cuerpos, sus partes íntimas. Mientras lo hacía sintió que Cuco, como llamaba a su pequeño pajarito, alias el pene, mi pana fuerte, mi tranca, mi verga, mi calvo y cabezón se levantaba hambriento... estaba un poco adolorido de tantos ejercicios... y exclamó:

___¡Tranquilo Cuco!, ahora no podemos hacer los ejercicios de rutina. Vuelve a dormir que todas las noches no son noches para comer carne...

Volvió a reir como un loco. Volvió a la sala y tomó un disco de Pimpinela, le encantana esos hermanos, eran geniales.. Se dirigió a su computadora y la saludo como de costumbre.

__Hola puta, asquerosa y ruin, veremos si hoy vuelves a congelarte... ya me tiene un huevo hinchado.

Luego buscó al monito que había bajado del internet...Bonzi Buddy... le escribió un rosario de palabras vulgares y el monito comenzó ha hablar:

___Soy un monito pato, puerco, asqueroso y parlachin... mi amo es un gran cabrón... nunca me da de comer... permita que esta noche lo parta un rayo por la mitad__

Reía al escuchar al monito repetir aquellas palabras como un gringo, apenas se le entendía.

Estaba un poco mariado, volvió a darse un trago, pero esta vez era Felipe II... ya casi se iba de culo y apenas podía precisar sus pensamientos...

Pero al fin se decidió comenzar su historia.

" Por que la muerte es absurda, estúpida,
incomprensible, no nací para morir... de hecho nunca moriré, la muerte no existe, es imposible su existencia" "La muerte es un espejismo que engaña a la humanidad"

Y de pronto aquellas ideas que lo atormentaban, aquellas ideas incompresibles sobre la muerte pero muy lógicas, era cierto no podía morir por una ley física:" la materia no puede ser creada ni destruida"... ciertamente él hombre es materia, sólo se transformará pero nunca podrá morir... se transformará en sus elementos claves... el agua se evaporará y formará lluvia,nieve, oxígeno e hidrógeno, será calcio, fósforo,hierro... será cualquier cosa menos muerte..

Y si tiene espíritu tampoco conocerá a la vieja de la muerte... los espíritus nunca mueren. El cuerpo al polvo y el espíritu a Dios que lo dio, o irá a cualquier otro lugar dependiendo de la cultura que nos haya forjado...

Se puso derecho. Colocó sus dedos sobre el teclado y comenzó a escribir su última historia de terror y muerte. Ya había matado a aquel autor que le había transmitido el virus de la tragedia, el veneno de la muerte... el pobre fue aplastado por una máquina de remover terreno mientras leía su último cuento...

Pero algo extraño sucedía, estaba casi al final de su historia, no podía comprender, estaba molesto, angustiado... volvió a la cocina, sacó un litro de Finlandia y se preparó un trago con jugo de china... abrió la ventana y allí estaba el pájaro negro, mirándolo fijamente... el pánico se comió su cuerpo, sus piernas temblaron,
y volvió a su oficina... estaba sudando, muy nervioso... escuchaba murmullos en el balcón, esta vez eran más fuerte... volvió a la computadora, quería terminar el cuento y acostarse... pero las teclas no querían funcionar... volvió a leer la última línea:

" Mi maldito vecino, a quien había enviado a la Edad Media, estaba muy asustado. Lo arrestaron los hombres de la aldea... allá lo llevaban a la plaza... allí lo esperaba el cura y un grupo de mujeres y niños, en medio estaba la hoguera y la cruz permanecía en el piso... lo amarraron... el maldecía... gritaba que era inocente... lo levantaron... el sacerdote dio su plegaria acostumbrada... dos hombres se dirigían con sus antorchas encendidas y estaban listo para quemarlo tan pronto el siervo de Dios diera la orden para que aquel ser humano fuera librado del lazo de satanás...

Por más que trataba las teclas no se movían. Estaba desesperado. El perro aullaba, el murmullo, en el balcón, aumentaba, tocaron a la puerta... abrió... nada... se movió a la cocina... ahora tomó la botella de Felipe II dejó que el fluido se moviera lentamente por su garganta, ya no sentía nada, estaba adormecido por el alcohol.

Tomó un cigarro, era enorme ... se lo había regalado un amigo que hacía poco regresó de la Habana... lo encendió... volvió a la computadora... sentía como si lo estuvieran siguiendo, escuchaba las pisadas... pero sabía que todo estaba en su imaginación...

___A ver puta, si ahora escribe...Y tú, ¡qué carajo me mira? -le gritaba al monito Buddy que trataba de hacer un chiste...

Sólo le faltaba el final... unas letras... simplemente: "y las llamas arroparon el cuerpo y el infeliz pedía clemencia, misericordia... mientras todos lo miraban desparecer entre el fuego y su alma se elevaba al cielo para llegar a los brazos de Dios"...

Volvió a aullar el perro, la puerta se abrió y quedó en "shock"... allí estaban todos sus personajes, aquellos seres que había matado en sus historietas, todavía el vecino echaba humo por la boca... Fue hecho prisionero del más terrible miedo... como apenas podía sostenerse en sus pies, tropesó con la silla de la computadora, la botella de Felipe II cayó al zafacón, seguido del habano...

Al otro día, su hermano, que siempre lo visitaba, encontró la mansión consumida por las llamas y sobre la computadora el cuerpo del infeliz escritor fatalista...

Fin
Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
  • Media: 4.99
  • Votos: 80
  • Envios: 2
  • Lecturas: 6837
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Cecilia Camba
invitado-Cecilia Camba 04-06-2003 00:00:00

Una historia muy bien narrada. Y original fue la mención de usted mismo dentro del cuento. Me gustó mucho. Felicitaciones.

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