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El espejo del futuro

Rodri y Bea eran dos niños que iban a la misma clase del colegio. Bea era muy responsable y le encantaba estudiar. De mayor quería ser veterinaria y sabía que para conseguirlo tenía que esforzarse un montón.

A Rodri, sin embargo, no le gustaba nada estudiar. Él quería ser piloto de aviones y pensaba que para eso no era necesario estudiar.

- Rodri, ¡para ser piloto de aviones o cualquier otra cosa es importante estudiar y aprender! -le decía Bea.

- ¡Anda ya! ¡Estudiar no sirve de nada! ¡Para pilotar un avión no hace falta saber de matemáticas ni de nada! -le contestaba Rodri.

Bea sabía que su amigo estaba equivocado y trató de demostrárselo, pero Rodri no cambiaba de actitud. Seguía empeñado en que estudiar era un rollo y en que para ser piloto de aviones no hacía falta esforzarse tanto.

Cuando el curso acabó, Bea había sacado muy buenas notas, pero su amigo Rodri, había suspendido todas las asignaturas y, a pesar de ello, le daba igual.

Aquel día, Bea recibió una sorpresa. Era su abuelito del alma, que fue a visitarla y a hacerle un regalo muy, muy, muy especial.

- ¡Hola abuelito! ¡Qué alegría verte! -dijo Bea muy contenta.

- He venido a verte porque estoy muy orgulloso de ti. Has sacado unas notas buenísimas y, por ello, quiero hacerte un regalo muy especial para que lo guardes siempre. 

Bea abrió su regalo y, cuando lo vio, no entendía nada. Era un espejo muy antiguo y bonito, así que los dos juntos lo colgaron en la pared. Pero Bea, seguía sin entender por qué ese espejo era tan especial, hasta que algo ocurrió.

Cuando el espejo estaba en la pared, Bea se colocó en frente y aquel espejo se volvió muy luminoso. De repente, Bea vio a una mujer veterinaria con su propia clínica. Parecía muy feliz.

- Abuelo, ¿quién es ella? -preguntó.

- ¡Eres tú dentro de muchos años! -le respondió el abuelo.

Era un espejo mágico que mostraba el futuro, aunque, su abuelo le explicó que sólo podía utilizarlo para cosas buenas. ¡Entonces Bea tuvo una idea genial!

Llamó a Rodri, lo colocó delante de aquel espejo y los dos vieron como sería su vida cuando fuera mayor. Lo que vieron no fue a un piloto de aviones, sino a un hombre sin trabajo y sin dinero, triste y pobre. Rodri se dio cuenta de que su amiga llevaba razón y por fin cambió de actitud. Desde entonces, Rodri se esfuerza por conseguir sus sueños.

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