El invierno llegaba a la región de las altas montañas y todos los habitantes se apresuraban para tener provisiones por si el mal tiempo les impedía salir de sus casas. Los niños ya no jugaban y ayudaban a los mayores, la alegría que caracterizaba la región dejaba paso a las prisas y las preocupaciones. El espíritu del invierno pensó que aquello era ya demasiado y decidió dar una lección a aquellas gentes que pensaban que el invierno les traería de todo menos felicidad. Llamó al frío y a la nieve, también hizo venir al viento del norte, que sopló con más fuerza que nunca, ahora todos tendrían lo que andaban buscando.
La crudeza del invierno y la llegada inesperada de la nieve pilló a todos desprevenidos y con las despensas medio vacías, el agua se helo en los ríos antes de darles tiempo a nada. Todos estaban desesperados, ya nada podía salvarles del desastre. El más anciano del lugar, les contó que algo parecido había pasado hacía ya muchos años y que el responsable de aquello era el espíritu del invierno que habitaba en la cima de la montaña más alta de la región, también les contó que en aquella ocasión varios jóvenes intentaron llegar a la cima para hablar con él, pero ninguno lo pudo conseguir y aquel año murieron ancianos y niños, y que ahora pasaría lo mismo. Las mujeres lloraban y los hombres empezaron a discutir, decidiendo quien sería el encargado de subir a la cima. Tim estaba allí y contemplaba la escena con preocupación y un poco de miedo, la abuela estaba ya muy mayor y sabía que no podría llegar a ver la nueva primavera. Pensó que no había tiempo que perder y decidió salir en busca del espíritu del invierno, con un poco de suerte podría encontrarle antes de que la nieve cubriera toda la región y le hiciera imposible el regreso a casa. Metió en su mochila alimentos y ropa de abrigo y salió a toda prisa, antes de que pudieran verle.
Por el camino iba llenando sus bolsillos de flores de Adelai, la abuela le había contado que si alguna vez se perdía, las flores de Adelai le darían fuerza y calor para resistir en la nieve. Las flores de Adelai, sólo crecían en la región de las altas montañas, sólo los moradores del lugar conocían su secreto.
Tim caminó días enteros, sin dejar que la fatiga se apoderara de él, sólo deseaba llegar a la cima de la montaña. Cada vez le costaba más trabajo abrirse paso entre la nieve, y por más empeño que él ponía, las dificultades del camino, estaban acabando con sus fuerzas. Tim pensó que lo mejor sería hacer un descanso y recuperarse, ya le quedaba poco para alcanzar la cima de la montaña y era el tramo más difícil. Buscó un lugar donde guarecerse del frío y pasar la noche. Tim intentó que el sueño no le venciera, sabía que si se quedaba dormido, moriría. Se pasó la noche recordando a sus amigos, a sus padres, y sobre todo, a su abuela, por ella se había decidido a subir a la cima, y por ella tenía que convencer al espíritu del invierno para que les perdonara. Aquella noche, el frío fue tan intenso, que tuvo que consumir sus últimas flores de adelai.
Cuando empezaba a amanecer, Tim emprendió el camino, la cima estaba cerca y él llegaría hasta ella, estaba decidido. El viento soplaba con fuerza, la nieve caía sin parar, Tim se vio obligado a retroceder varias veces, la fuerte ventisca le impedía ver el camino, pero nada le impediría cumplir con su cometido, tenía que conseguirlo. Lo intentó una y otra vez, pero se veía obligado a retroceder continuamente, apenas le quedaban fuerzas, pero ya le quedaban pocos metros y nada le impediría llegar. Notó que sus piernas no le respondían y se dejó caer sobre la nieve, ayudado sólo por sus manos, fue salvando todos los obstáculos y finalmente llegó. Allí estaba el espíritu del invierno, contemplándole con ternura y admiración, le tomó en su mano, una mano enorme y blanca, y le dio calor, hasta que Tim pudo recuperar el aliento. Tim intentó hablar, pero no hizo falta, el espíritu levantó su mano y Tim pudo contemplar como el sol estaba fundiendo la nieve, desde allí pudo ver como sus vecinos salían de sus casas y se abrazaban unos a otros, riendo y saltando de felicidad. El espíritu del invierno bajó su mano, y Tim se encontró delante de su enorme boca, cerró los ojos pensando que ese era el final, que moriría devorado por él, pero lo que hizo el espíritu fue soplar con todas sus fuerzas, y Tim se encontró volando por los aires, convertido en pájaro, y planeó por el cielo hasta llegar a su casa, y se posó sobre el tejado. Nadie pareció darse cuenta de su llegada, y cuando Tim saltó al suelo, su madre corrió a abrazarle, mientras le abrazaba, le preguntaba dónde había estado todos esos días, Tim le respondió que la nieve le sorprendió en el cobertizo y pensó que lo mejor sería esperar allí a que la tormenta pasará. Su madre le beso con cariño y le llevó a casa, para que pudiera ver a la abuela, que había estado muy enferma. Cuando la abuela vio llegar a Tim, se levantó de la cama y corrió a abrazarle, le apretó con fuerza la mano y le dijo que era un niño muy valiente, le miró fijamente a los ojos, y haciéndole un guiño, le susurró al oído que se alegraba de haberle contado el secreto de las flores de Adelai.
FIN
Hola, Fabiola! gracias por tu correo, me encantó recibirlo pero como no sé tu dirección no he podido contestarte. Un cordial saludo. Lunnula