Que extraña se ve la humanidad desde aquí….

La ciudad tiene sus cosas asombrosas, acontecimientos, situaciones y personajes Uno de estos seres es Ricardo, un chico de 19 años. El estudiaba, bailaba, se enamoraba como tantos otros jóvenes, jugaba fútbol, cuando podía; pero un día encontró un trabajo difícil: se convirtió en un hombre araña. En las tardes se colocaba su traje de araña, imitando al personaje de la película y héroe de las comiquitas, y se dirigía a las alturas. Con esta rutina Ricardo comenzó su nueva y exótica actividad. Esa era su vida, balancearse entre edificios de veinte pisos, pasar de uno a otro con toda la tranquilidad y el vértigo en el estómago. Ese trabajo se convirtió en su obsesión, llegó incluso a dormir prácticamente guindado de un piso doce, otra vez celebró su cumpleaños entre dos de ellos sobre una cuerda que los unía, esto era la diversión para los niños y para él, que se convirtió en el héroe que siempre quiso ser. Sin sobresaltos de ningún tipo y con los ojos de un centenar de personas clavados en su humanidad, Ricardo miraba con desdén esos puntitos negros que se veían desde las alturas. “Que extraña es la humanidad desde aquí “.
Pero ser un hombre araña es un oficio extraño. Creo que he modificado mi sistema de referencia con respecto a resto de la humanidad pensaba para sí Ricardo, Ahora me siento seguro donde estoy, más cerca de los dioses del viento, de la aurora, del sol y la luna, lejos del peligro que representa el mundo “estable”donde caminar por cualquier calle representa morir en manos del hampa. Si no te roban los delincuentes en la calle, te asaltan los impuestos y los tributos de los que manejan el poder en contra de los ciudadanos simples. Fue tanta esa dualidad entre seguridad e inseguridad entre su mundo aéreo y el mundo “estable” que Ricardo cuando tenía que quitarse su traje de Araña para comenzar su vida normal, casi llegaba al borde del pánico. Cada día era más difícil dejar de ser una Araña. “Deberían existir psicólogos para hombres Araña” se decía a si mismo, soltando una carcajada.
Con el tiempo Ricardo creó como las Arañas su tela, una tela envolvente de ideas creativas, pensamientos distantes, que lo alejaban más y más del ser humano.
Que me importa la humanidad, ella tiene sus preguntas, yo tengo las mías. Ella tiene sus incógnitas, yo tengo las mías. Ella tiene una sublime y extraordinaria meta: ser devorada continuamente por depredadores. Esto lo decía Ricardo en sus momentos creativos, la mayoría en situaciones críticas de su actividad, cuando se balanceaba peligrosamente entre dos superestructuras.
Pero la vida es cambiante y una vez ocurrió un hecho que modificaría drásticamente su vida: Ricardo conoció a una bella chica, era la más hermosa de las que había visto, ni siquiera ella lo miró en esa oportunidad, simplemente pasó a su lado cuando estaba bajando al mundo estable y se disponía a guardar su traje de araña, lo cierto es que desde ese día comenzó una nueva transformación para Ricardo. Cada día era más errático en sus movimientos, tenía que hacer las maniobras más extraordinarias para conservar la vida. ¿Que me pasa?, ¿Estaré envejeciendo? Su instinto de Araña le decía que debía tomar una decisión rápida para evitar un accidente mortal, ahora tenía que luchar por su vida. Ahora su enemigo era su corazón.
Pasaron varios meses de terribles luchas internas, entre su instinto de araña y su corazón. Y un día cualquiera en un hermoso día soleado se vio por la ciudad a Ricardo caminando agarrado de la mano de la chica de su sueño, al pasar por unos de los edificios tan conocidos por él sintió nostalgia por su antiguo oficio y una lágrima salio de uno de sus ojos al mirar en lo alto a un nuevo Hombre araña que observaba con atención esos puntitos negros que se veían desde las alturas y se preguntaba “Que extraña se ve la humanidad desde aquí “.