Seriedad dolorosa, en unas palabras llenas de fin, de soledad ajena.
Sus ojos se van cerrando, y tu corazón palpita con mucha fuerza, pero nuevamente, vuelven a observarte llorar, y tus manos acuden a las suyas que responden débiles y frágiles ante tu caricia.
Sus ojos hundidos piden sentencia justa a una larga vida llena de suspense sin compasión de ese Dios injusto que siempre lo persiguió, haciendo rechazar la fe que de sus padres había engendrado.
Un abrazo frío, segado por una despedida asegurada a esas alturas, donde la ciencia nada más podía hacer, y la vida se iba con prisa de aquella fría habitación.
Han pasado varios días desde ese último abrazo, y aun cree que la muerte fue el punto y final a su historia. Pero algo nació en el cielo desde ese momento, algo que no podrá ver hasta que sus lágrimas cesen, y pueda levantar su cabeza buscando esa estrella que alumbra el cielo sólo para ella.
Es hermosa tu forma de expresar la existencia del amor. Cuando la vida se acaba, el amor aún permanece alcanzando su máxima pureza. Ni la envidia, ni el rencor, ni el orgullo, ya nada podrá dañarlo. Al mirar al cielo el brillo de una estrella nos hará recordar que vive ese amor y nos sigue amando.... Has volcado el alma . . .