- ¿Cómo está doña Micaela?
¡Muy bien don Genaro, aquí como usted me ve, amasando la harina para hacer las arepas que me dan la vida, ó mejor dicho me la extiende.
- ¿Mire, y qué menú me tiene para hoy? ¿Tendrá acaso canelones?
- Canelones no! Más bien canelita diría yo, porqué los últimos palos de canela que he comprado no han sido tan grandes como los que a usted le gustan; pero sabe, tengo clavitos de olor y están bien buenos.
- Por cierto doña Micaela, su hijo Rutilio, es un buen tenor
- ¡Claro que es un buen tenor! Si tiene de todo, fíjese que hasta construyó un corral donde cría patos gallinas y palomas.
- Aconséjelo para que trabaje más el canto, noté que cuándo hizo un falsete se le salieron unos gallos; quién quita y pronto tenga usted otro "Pavarotti"
- Usted sabe don Genaro, que él a mí no me hace caso, ya ve usted, que por estar haciendo otras cosas, esos falsetes que usted dice, descuidó el gallinero y se le fueron los gallos del corral, ¡y tanta falta que le hacen!; por cierto ojalá y tengamos pronto esa "pava" aunque sea de esa "rotti" que usted dice, recuerde que se aproximan las fiestas de diciembre y lo vamos a necesitar para la cena.
- Hasta luego doña Micaela
- Hasta luego don Genaro, gracias por su conversación, es usted de las pocas personas con las cuales todavía me entiendo.
cuentos te diré que me parecen los distintos géneros.El hecho de escribir ya es magnífico. Gracias por tus elogios, hasta hece poco no me he decidido a escribir, aunque lo míono llega más allá del mundo infantil.Un saludo. Lébana