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El genio de papel

Había escuchado el ruido de los chicos que salían del colegio cuando pensó que era mejor no salir de su casa. Se levantó en pijama y cerró la cortina de la ventana de su cuarto, no sin antes sacar la cabeza y mirar el color de la mañana, los rostros de los niños y de sus padres, el ruido de los autos que pasaban por la ventana de su casa, nada mas... Todo continúa igual, pensó. Se metió al baño y se puso a cagar, y mientras defecaba cogió su libro de apuntes y anotó lo que había soñado la noche anterior. Esa era su costumbre, y por eso decía a todos sus amigos que no había nada más inspirador que sentarse en el retrete y cagar, botar toda la mierda acumulada durante el día. Y eso es lo mismo, decía, es lo mismo, yo cago historias, en paralelo, como un acto natural, una manera de limpieza mental... Sus amigos le llamaban loco, y era verdad, pues no había día en que no saliera con un libro bajo el brazo y se pusiera a leerlo mientras caminaba rumbo a su trabajo de mensajero de cartas. Un trabajo sencillo y necesario para tipos singulares como él. Sin embargo esta vez tenía una idea demasiado grande en la cabeza como para salir del baño, por lo que cogió mucho papel, una especie de libro en blanco y empezó a escribir y escribir durante todo el día y parte de la noche. Nada lo detenía. Ni el teléfono ni la responsabilidad del trabajo, a pesar que estaba advertido de echarlo si faltaba sin justa razón.

Durmió en el baño, y como vivía solo, nadie lo importunaba, tan solo la dueña de la casa donde él alquilaba el cuarto, pues de ella recibía el desayuno y la cena, por lo que además del teléfono sonó la puerta muchas veces hasta que entró la dueña preocupada por este fulano. Gran sorpresa se dio la mujer al verle echado al borde del retrete con una pluma y aquel librote cogidos en las manos... Está loco, pensó la mujer. Se le acercó y le despertó. El muchacho abrió los ojos y vio a esta vieja mirándole como una posesa. ¡Qué quiere de mí!, le gritó. La pobre salió casi volando del cuarto al verle en pelotas y con ese olor a mierda en todo el baño... El pobre trató de dormir pero no pudo, así que decidió cambiarse y salir con sus letras donde un viejo amigo para que le dé su opinión.

Se puso lo que sea y fue directo donde su viejo amigo. Tocó la puerta, pero nadie salió. Era más de la media noche y era toda una locura despertar a su amigo, pero, estas letras ameritaban este sacrificio. Luego de tocar y tocar, el pobre anciano salió. Bajó hasta la entrada de su casa. Lo hizo pasar, y hablaron bajito para que no escuchara su mujer ni sus hijos... Le mostró sus textos y el viejo amigo quedó anonadado por semejantes letras. ¡Es hermoso!, dijo. Debes continuar. Nunca había estado tan feliz, y nunca había escrito algo tan bello... Salió de la casa del amigo y se fue directo al baño. Cerró con llave el cuarto y el baño y continuó escribiendo y escribiendo. Tan solo salía si sentía algo de hambre...

Pasaron como dos meses. El pobre estaba tan flaco como un fideo. No comía lo necesario ni tenía dinero para pagarle a la dueña de casa, por lo que tuvo que hacer algo necesario para vivir. Abandonó la casa a eso de media noche porque debía más de un año de alquiler. No trabajaba, tan solo escribía... Buscó un lugar, una casa abandonada y la encontró, se fijó que tuviera baño y tuvo la suerte de que sí la tenía. Entró y continuó escribiendo. Lo malo fue que además de él, había como una veintena de vagos, fumones, miserables que habitaban este antro por las noches... Pero él sólo necesitaba del tiempo y un baño, así que se quedó por medio año más en aquella situación hasta terminar su obra. Aquel día no pudo creerlo, fue como si estuviera frente a algo tan hermoso que no pudo controlar sus lágrimas al ver concluida su obra maestra.

Salió a la calle. Habían pasado más de dos años, las cosas habían cambiado, pero no su amigo, aún vivía en aquella casa con sus hijos y mujer. Era un viejo jubilado que no hacía nada más que leer y caminar por las calles de la ciudad. Y motivar a la gente a que leyera, tal como o hiciera con él. Fue donde su amigo pero este había salido a pasear por la calle. Lo esperó por espacio de horas hasta que llegó. Le mostró el libro, y se lo dejó para que lo comentara, luego se fue a su antro mientras soñaba en escribir su siguiente novela…

Mientras caminaba hacia otro lugar pensaba en un trabajo que lo ayudara a dejar la indigencia. Tuvo suerte. Frente a él había toda una flota de autos que necesitaban chóferes. Le dieron trabajo, pero era por las noches. Su primer sueldo fue para comprarse papel y más plumas. Alquiló otro cuarto y se echó en su cama a descansar… tuvo muchos sueños, uno mas raros que otros, pero, de pronto, el ruido de la calle lo arrojó a la realidad. Se fijó por la ventana del cuarto y vio que un grupo de policías mujeres correteaban a un grupo de muchachos, quizás ladronzuelos, que parecía haber hecho algo bastante malo pues no dejaban de aparecer policía y más policía por cada rincón de las calles… como si fueran cucarachas cuando se prende la luz de una cocina. Le gustó esta escena, cogió su pluma y se pudo a escribir y escribir, y mientras lo hacía una lluvia de imágenes volvieron a él, poblando su realidad de entes salidos de algún lugar de la inconciencia… Dejó de escribir pero no pudo dejar de ver a estos personajes, extraños y con los rostros cubiertos por una tela… Se paró y trató de salir, y vio que toda una cola de personajes con las caras cubiertas le seguían y seguían… Se detuvo y supo al fin que había entrado en aquel estado en que entran sólo los genios y los locos. Les miró y ellos le miraron, y juntos se perdieron por una de las calles de la ciudad…

Aún se le ve a este fulano que camina por la calle, con una pluma y papel mientras conversa con alguien que tan solo él puede escucharles y verles…


San isidro, febrero de 2006
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 16044
  • Fecha: 25-02-2006
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 4.58
  • Votos: 31
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1266
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