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El gran crítico

Después de dejar mis textos en la puerta de un gran crítico y escritor, volvía a mi casa pensando y soñando en el resultado... Antes había dejado mis textos a varios amigos que ya eran buenos escritores, pero siempre sentí que eran demasiado benévolos conmigo, por eso fue que tuve que averiguar la manera de que este escritor me pudiera recibir...

Esta mañana había llovido sin parar, aunque estábamos en verano, "las lágrimas alegres de dios", pensé. Busqué un café y por suerte encontré uno. Me senté y después de pedirle al mozo una infusión vi que frente a mí estaba el gran crítico y escritor, leyendo con rostro serio el periódico del día.

No supe porque mis manos comenzaron a temblar, me dio ganas de que la tierra me tragara, y decidí salir de aquel lugar... Su presencia me ahogaba. No sé si fue buena o mala suerte pues cuando estaba por pararme vi que los ojos de aquel viejo escritor se posaron en mis ojos... Ante esto, me que quedé como hipnotizado. Me pareció que algo me decía pero yo estaba como en una nube, lejos de todo... De pronto, sentí que alguien tomaba mis brazos, privándome de aquella fascinación. "Su infusión señor", era el mozo.

Me senté y no pude dejar de sentirme observado. Cada sorbo que daba me parecía que fuera el último que daba, me sentía como si fuera a salir de este mundo. No pude más y después de dejar unas monedas sobre la mesa, me paré del asiento y, en mi premura, choqué sin querer con el mozo, cayendo ambos como payasos en medio de la sala del café.

Me disculpé y cuando ya estaba por salir, le pregunté al mozo: "Disculpe, ¿siempre viene ese señor a este café? El mozo me miró intrigado, volteó sus ojos hacia el lugar en que yo señalaba con mi mirada, y me dijo: "Disculpe, pero, sólo usted ha entrado esta mañana al café". Pensé que se burlaba de mí, pero cuando vi nuevamente al lugar en que estaba el viejo escritor, no había nadie... "Estaré enloqueciendo", me dije.

Cuando llegué a mi casa, saludé a mi padre y a mi madre y fui directo a mi cuarto para continuar escribiendo... No recuerdo qué es lo que escribí pero sentí que era hermoso. Quise llamar a un amigo escritor para que lea mi escrito, cuando escuché una extraña voz a mi espalda diciéndome: "Es hermoso". Volteé y vi nuevamente al viejo escritor sentado en mi silla con un viejo periódico en sus manos...


Surquillo, Enero del 2005.
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 12924
  • Fecha: 14-01-2005
  • Categoría: Tradicionales
  • Media: 4.57
  • Votos: 167
  • Envios: 1
  • Lecturas: 1076
  • Valoración:
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