Un hombre tenía un piojo, y se dijo a sí mismo:
-Voy a meter este piojo en una botella y lo voy a engordar. Y ya que lo engorde, lo voy a pelar y con su piel me voy a hacer un tambor, porque los tambores me gustan mucho. Y realmente hizo después un tambor y lo hizo muy bonito. Entonces llevó su tambor a una fiesta y lo estuvo tocando. Como a la gente le gustó mucho su sonido, le comenzaron a preguntar:
-¿De qué animal es la piel con que hiciste tu tambor?
Y él les contestó:
-El animal que usé para hacer mi tambor es un gran animal.
Esto les contestó porque no quería decir la verdad. Pero como le preguntaron mucho, les tuvo que decir que era piel de un piojo. Les dijo además:
-Su piel es muy buena para hacer tambores. Primero métanlo en una botella y denle de comer mucho hasta que engorde. Cuando ya esté gordo, pélenlo y con su piel van a poder hacer su tambor.
Entonces esas personas le dijeron:
-Véndenos tu tambor y te vuelves a hacer otro.
Y él si se los vendió, y muy caro. Pero lo habían engañado, porque ya nunca pudo hacer otro tambor tan bonito como el que tenía. Así es como termina este cuento del hombre y el piojo.