Punka y Krai tenían algo en común, aunque todos los seres de Emurhak tenían algo en común. Los dos vivían en el mismo sitio, tenían las mismas ideas. Pero lo más parecido es que eran hermanos.
Emurhak, o Emuras era un país alejado de los problemas, con una civilización avanzada, una rica cultura, y un paisaje realmente agradable.
El clima a veces era frío, otras veces caluroso. En vez de arcoiris, cuando llovía con sol se creaba el fenómeno conocido por Ankuppa,
"aguaclara"; eran figuras, como nubes, pero de un tono más azulado y más ligero. Muchas veces estas formaban animales, objetos, o simplemente sombras.
Punka era una joven de unos 13 años, realmente hermosa. Sus ojos eran azules como el cielo; su cabello, largo y negro como la noche. La brisa lo sacudia suavemente en los días de viento. Era una joven de carácter, valiente y soñadora.
Krai era el hermano de Punka. Tenía 15 años, y era el protector de su hermana. Era de aspecto agradable, con ojos y pelo castaño. Era muy valiente, y le sacaba una cabeza a Punka.
Los dos vivían solos en una "Torba", que era como llamaban a las casas. Estas estaban hechas de mármol, con ricos detalles grabados. Estaban repartidas por todo Emurhak. Este imperio, conocido como "el imperio de la magia", se caracterizaba por su mitoloía, pues guardaba todas las criaturas relacionadas con esto. Su mitología no era ninguna especial, sino que comprendía un poco de todas las culturas del mundo. Emuras estaba en medio de las montañas, era un imperio gigante, y todas las ciudades de los alrededores, tanto como aldeas y clanes, lo conocían.
Emurhak existió cuando las culturas más viejas, hace millones de años, en un tiempo no conocido. Todo tipo de criaturas mágicas compartian ese mundo. Habitaban en bosques, cuevas, llanuras e incluso en Emurhak. Sí, pequeños gnomos, elfos, enanos y humanos compartían el imperio. Todo tipo de criaturas inteligentes lo compartían. La letra sagrada de Emurhak era la K. Todos los habitantes que hubieran nacido en este imperio debían portar en su nombre esta letra. Esto no era obligado para los humanos, pero sí para los elfos ya que fueron los que forjaron esta cultura.
Punka y Krai tenían un grifo de mascota, su nombre era Wornies, y les servia de guardián mientras los dos jóvenes estaban ausentes. Este grifo era de un color níveo, de tamaño grande.
Amanecía en Emurhak, sus habitantes despertaban, y el sol, perezoso, se disponía a vestir los cielos. Esa mañana, las nubes poblaban la mayoría de el cielo, logrando un efecto-sombra. Punka, somnolienta, se levantó de la cama. Fué caminando hasta el almacén, y sacó un pomelo de la alacena de madera. Le dió un bocado, y el sabor del rico fruto invadio su paladar. Wornies, que estaba al acecho, fué corriendo hacia el almacén, guiado por el exótico aroma. No tardo en encontrar a Punka, que al verlo, sin inmutarse, le tiró un pomelo de la alacena. Un rayo de sol penetró por la ventana y acarició la cara de Krai, anunciándole la llegada de un nuevo día. Krai bostezó, se levantó, y al igual que Punka, fué a la alacena y cogió un pomelo. Wornies jugaba como un cachorro con el pomelo, como si fuera una pelota. Punka y Krai empezaron a hablar:
- ¿que tal a ido la noche, hermano? -dijo Punka.
- No creas, un duendecillo ha estado dándole golpes a la ventana, Wornies -Miro hacia el animal- lo ha espantado, pero no creas, los duendes son unos cazurros, y este no se fué hasta las 4.
- ¿Le has dado de comer al hipogrifo? -dijo Krai, frotandose los ojos.
- Ya sabes que el hipogrifo come por su cuenta.
Krai y Punka tenían un hipogrifo que sus padres les habían dejado, antes de marcharse y no volver. Este habia sido autizado por el nombre de Seize, porque siempre salía de noche, y agarraba a sus presas, pero los jovenes acostumbraban a llamarle Seyz.
Seyz era pequeño, una cría aún, pero los hipogrifos solo tardan unos meses en volverse adultos, y eso ocurriría con Seyz.
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Fin 1ª parte.