Alba era una niña con gafas a la que le encantaba leer. Alba tenía un montón de libros, aunque entre todos ellos había uno que era muy especial. Cada vez que lo abría, salían de un salto un montón de animales, princesas, magos, dragones y muchos más seres fantásticos. Cada día había un cuento diferente y Alba podía hablar con los personajes y reír con sus historias.
- ¡Hola princesa! ¿Estás triste? -preguntaba Alba.
-He perdido a mi unicornio volador. ¿Me ayudas a buscarlo? -decía la princesa del cuento.
Y, como si de la vida real se tratara, Alba iba con la princesa a buscar a su unicornio.
Cuando Alba tenía que cerrar el libro, todos los personajes daban un salto para caer en las páginas y, de una manera mágica, todos quedaban de nuevo atrapados en el libro hasta que Alba lo volviera a abrir.
Un día, en el colegio, Alba estaba leyendo uno de sus libros, como era de costumbre. No era su libro mágico, pero Alba disfrutaba mucho de todas formas, porque con la lectura era capaz de imaginar un montón de cosas bonitas.
-¿Qué estás leyendo? – le preguntaron los niños.
-Un cuento fantástico -contestó Alba.
-¿Y por qué siempre estás leyendo? -volvieron a preguntar los niños.
-Porque leer es maravilloso y hay libros que son mágicos -contestó Alba.
Pero todos los niños se rieron de ella, de sus gafas y de sus historias fantásticas.
-¡Menudo rollo eso de leer! ¡Es mucho mejor jugar a otras cosas! ¡Pero tú eres una gafotas muy rara! -se burlaban.
Alba se puso muy triste, pero tuvo una idea. Al día siguiente, Alba cogió su libro mágico y lo llevó al colegio.
-¿Otra vez con tus libros tontos? -le dijeron los niños,
-¡No es ninguna tontería! ¡Este es un libro mágico! -les dijo Alba.
-¡Estás loca! ¡No existen los libros mágicos y todos son un rollo! -se burlaron.
En ese momento, Alba abrió su libro mágico y empezaron a salir de él las princesas, los dragones, los magos, los unicornios y todos los personajes con los que ella se divertía tanto.
-¿Veis como los libros molan un montón? ¡Los hay mágicos y los hay normales, pero con todos lo podéis pasar requetebién! -les dijo Alba.
Los niños se quedaron alucinados y estuvieron mucho rato jugando con los personajes del cuento. Se lo pasaron tan bien que, al día siguiente, todos fueron al colegio con un libro para leer en el recreo.