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El mago Nombol

Hace mucho tiempo hubo un mago llamado Nombol que se dedicaba a saquear todos los pueblos y ciudades de su reino. Cada vez que Nombol llegaba a un nuevo lugar lanzaba su hechizo, el único que sabía, y todo lo que había de valor en el lugar aparecía en la cueva donde vivía. Pero lo más curioso de todo es que, semanas después, prácticamente todo lo que Nombol se llevaba volvía a aparecer en su lugar. 

Un día, mientras Nombol se preparaba para lanzar de nuevo su hechizo a un pequeño pueblo, una niña se le acercó y le interrumpió. 

-¿Por qué quieres destruir mi aldea? -dijo la niña.

-Solo busco una cosa -respondió el mago Nombol-. Cuando la encuentre devolveré todo lo demás.

-¿Por qué no la pides? -preguntó la niña.

-No sé cómo se llama lo que busco -respondió el mago.

-¿Cómo es? -preguntó la niña.

-Necesito unas cosas con forma rectangular, como una caja, pero que cuando la abres hay muchos pisos mágicos llenos de dibujos y extrañas líneas -dijo el mago.

-Eso que describes parecen libros -dijo la niña.

-¿Me traerías uno para comprobar que es eso? -pidió el mago.

-Vale -dijo la niña.

Al poco rato, la niña regresó con un libro.

-Mira, Nombol, esto es un libro.

-Eso es lo que estoy buscando -dijo Nombol-. En uno de estos artilugios hay un hechizo mágico que me ayudará a convertirme en un mago bueno.

-¿Cómo es eso? -preguntó la niña.

-Hace mucho tiempo, mi maestro, que era muy malvado, me enseñó un hechizo para robar. Yo quería hacer cosas buenas, pero él desapareció sin contarme cómo deshacerlo. Lo único que sé es que uno de estos artilugios contiene las palabras mágicas que me harán convertirme en buen mago.

-Pero, ¿cómo devuelves lo que no te sirve? -preguntó la niña.

-Para eso no tengo hechizo. Cargo todo en un carro y lo llevo a las puertas de la ciudad saqueada -respondió Nombol.

-Y, ¿qué pasa con los libros? -preguntó la niña.

-Están en mi cueva. Los he mirado todos, pero no encuentro el hechizo. No entiendo lo que hay dentro -dijo el mago.

-¿No sabes leer? -preguntó la niña.

-¿Leer? ¿Qué es eso de leer? -preguntó Nombol.

-Leer es descifrar lo que dicen las palabras escritas en los libros -dijo la niña.

-¿Estas líneas tan raras de aquí son un código secreto? ¡Ya decía yo que no podía ser casualidad que se parecieran tanto! -dijo el mago.

-¡No sabes leer! ¡Ni siquiera sabes que las palabras pueden escribirse! -exclamó la niña.

-Espera. ¿Las palabras mágicas que necesito se pueden leer? -preguntó el mago.

-Claro. Estos dibujos son palabras escritas. La escritura es el código secreto de las palabras habladas -dijo la niña.

-¡Uy, qué complicado es esto! -dijo el mago.

-Ya verás como es muy fácil. Yo te enseñaré a leer -dijo la niña.

-¿En serio? No es posible que una niña tan pequeña sea capaz de descifrar esto -dijo el mago Nombol.

-Te acabo de decir que es muy fácil. Ven conmigo y te lo demostraré -dijo la niña.

La niña llevó a Nombol a su casa y les explicó a sus padres lo que pasaba. Un poco asustados, los padres decidieron acoger a Nombol, pensando que así podrían salvar la aldea.

En pocas semanas Nombol aprendió a leer.

-Ahora puedo volver a casa y buscar en todos los libros las palabras mágicas que me convertirán en una buena persona -dijo Nombol. 

-Tienes millones de libros, Nombol. ¿Por cuál empezarás? -preguntó la niña.

-Por el primero -dijo Nombol-. Mi maestro se dejó uno de estos libros en la cueva. Yo siempre pensé que los hechizos salían solos. Ni me imaginaba que se podían leer. Ahora que sé descifrar lo que hay dentro daré con lo que busco.

Nombol regresó a su cueva. Como esperaba, el hechizo que buscaba estaba dentro. Gracias al libro, Nombol fue capaz de devolver todos los libros a sus dueños en una sola noche. Además, envió regalos a todos los lugares saqueados en señal de paz.

Meses después, Nombol regresó a casa de la familia que le había acogido.

-Gracias a vosotros ya soy una buena persona. Estoy muy agradecido -dijo Nombol.

-Tú siempre has sido bueno, Nombol -dijo la niña-. Siempre has tenido buenas intenciones. Pero te enseñaron poco y mal. 

-Pero algo ha cambiado. ¿Qué es entonces? -preguntó Nombol.

-Ahora eres libre de elegir lo que quieres hacer.

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