Hoy es un día como tantos otros, parto a cuidar a esa anciana que tanto necesita de mi, no sé que me suecede, me siento que llevo algo pesado a mis espaldas, tal vez los años vividos me estén alertando que algo va a suceder.
Llego y ella me esta esperando, diría con ansiedad y tal vez con algo de temor, sí temor, a que yo no pase esa puerta y le diga: Buenos días señora, ¿cómo está usted en el día de hoy?
Se ilumina su mirada aunque no puede mostrarme sus sentimientos. Hace algún tiempo la estoy acompañando, tiene fuertes dolores en las piernas hay días en que no puede dar un paso eso me lleva a pensar que tal vez, mañana esto me puede suceder a mí. Dios, te pido ten conmiseración conmigo, por favor, pero aceptaré lo que tú me envies sin reproches.
El mes de diciembre me pone nostalgica es como que aparecen los sufrimientos ya superados, nuevamente. Después de haber pasado el día ya estoy partiendo de regreso a mi domicilio a encontrarme con mi familia.
Voy a abrir la puerta... y me preguntó ¿habrá llegado Valeria? Sí... ay que alivio, uno siempre preocupado por los hijos. Hola Valeria ¿Cómo estas hija?
- Bien mami, por favor tenés que llamar a una compañera por teléfono, me dijo que quería hablar contigo.
- Hoy no, hija, precisamente, hoy no tengo deseos de hablar con nadie, no sé que me sucede, estoy preocupada...
- Mamá es importante que la llames, lo es para mí y creo que para ti también.
- ¿Quién es? ¿ la conozco?
- Graciela, mamá, no la conoces llámala.
Acudo al teléfono marco el número y me contesta esa voz tan particular, muy agradable al oído.
-Buenas noches, llama la mamá de Valeria...
- ¿Cómo está señora? Mi nombre es Graciela quería felicitarla a usted por ese maravilloso ser que es Valeria, muy buena compañera y por sobre todas las cosas mejor ser humano. Y la felicito a usted porque es partícipe en la formación de ella, se ve que ha trabajado duro para obtener ese resultado.
Mis piernas se aflojaron mis lágrimas caían como lluvia a borbotones, con un firmamento rebozante de estrellas, que alegría me ha dado usted Graciela no sabe lo bien que me ha hecho hablar con usted.
Sentí que mi malestar se había retirado lucecitas de colores irradiaban de mis ojos, estaba contenta, feliz, abrazé a mi hija y le dijé gracias
- no mami, gracias a vos.
¿No creen que alguien superior iluminó a esta persona para darle felicidad a mi corazón?
Esta historia es real y sucedio el día 9/12/03 a las 21:30 hs, en Buenos Aires. Argentina.
Que Dios ilumine sus hogares y los acompañe. Felicidades para todos en estas fiestas.
Mamà, solo puedo alentarte a seguir escribiendo, a continuar sembrando dìa a dìa tanto amor en los seres que te rodeamos. Solo tengo hacia vos agradecimientos por la persona que has hecho de mi con la educaciòn y los valores que me enseñaste. Te amo por las pequeñas y grandes cosas que hemos vivido juntas y que aùn nos faltan vivir. No pierdas nunca las ganas, mamita, yo estarè aquì siempre para ti y para papà. Los amo.