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El mercader y el reto de Flor Lila

Existe en un continente muy lejano, que apenas es visitado por aventureros, en el que había unos reyes que estaban deseando buscar herederos para poder descansar de su etapa de reinado. Su única hija se llamaba Flor Lila. 

Flor Lila era una bella muchacha de piel blanca, ojos verde aceituna y pelo ensortijado del color del sol. La joven pasaba el día jugando por la comarca y los reyes estaban desesperados porque temían que algún día le pasara algo malo. 

Se preguntaban todos los días: ¿por qué Flor Lila no podrá jugar por los jardines y alrededores de palacio como otras princesas? Pero no había manera. Cada vez que intentaban que jugara en casa sola se enfadaba. 

Un día los reyes hablaron con un mercader conocido en la zona porque siempre conseguía todo lo que se proponía y le dijeron:

-Oh bienaventurado Mercader, si consigues que tú mismo o alguien que tú conozcas convenza a nuestra preciosa Flor Lila para pasar más tiempo en palacio te premiaremos con una bolsa llena de monedas de oro.

El mercader abrió los ojos alucinado. Le parecía una tarea tan fácil que no entendía nada.

-Como ustedes necesiten mis reyes. Pero, ¿por qué no quiere Flor Lila estar en palacio? 

-¡Ay! Para nuestra desdicha la princesa dice que se aburre en sus múltiples cuartos. No sabemos ya qué comprarle. 

- Una cosa mas. ¿Por qué necesitan ustedes tanto que ella esté en palacio? Flor Lila es joven todavía.

-Ella es joven, mercader, pero nosotros ya no tanto y necesitamos enseñarle cosas de palacio.- dijo el rey apesadumbrado.

-Está bien, pues tenéis a vuestro hombre delante. Yo conseguiré que Flor Lila disfrute de estar en palacio.

Los reyes le tendieron las manos contentos y el mercader enseguida empezó a pensar en planes para mostrar a Flor Lila que paseaba todos los días calle arriba calle abajo riéndose con sus amigas y sus bufones. 

Pasaron los días y el mercader intentó varias estrategias. Un día le llenó el cuarto entero de juguetes y pensó que lo había conseguido cuando Flor Lila entró en él y pegó un gritó de la sorpresa.

-¡Qué fácil ha sido! -pensó Mercader`.

Pero enseguida observó cómo Flor Lila escogía los mejores juguetes y se los llevaba a la plaza de la ciudad para jugar con todos los jóvenes del reino. ¡No había podido ser, la princesa no se quedaba en el palacio!

Durante los siguientes días el mercader preparó una gran merienda donde había los mejores pasteles y tartas, barquillos de chocolate, churros… y una persona muy especial: la mejor cocinera del reino preparada por si Flor Lila quería aprender a cocinar o para preparle lo que ella quisiera. 

Lo que sucedió es que Flor Lila merendó esa tarde en palacio con sus padres, pero al día siguiente convenció a la cocinera para que mostrara sus trucos de cocina a todos los niños del reino.

El rey y la reina estaban desesperados e incluso el mercader empezaba a pensar que todo estaba siendo más difícil de lo que había previsto.

Una tarde el mercader recorría las calles pensando en qué cosas podrían entusiasmar a la joven Flor Lila cuando observó que había un joven hablando en medio de la plaza y que un montón de gente le seguía de pie sin pestañear. El mercader se acercó y descubrió que era un cuentacuentos. 

-¿Le resultaría interesante a Flor Lila? -pensó el mercader-. Iré a hablar con él. 

Cuando se acercó, el joven cuentacuentos se presentó como Pipas y al mercader le pareció un buen chico. Le contó la situación y entonces Pipas le mostró el camino con sus sabias palabras.

Si realmente quieres que esa joven pase tiempo en palacio no me lleves a mí, no lleves dulces ni grandes objetos o joyas. Llévale cuentos como los míos, porque solamente pudiendo vivir otras vidas una joven que es tan curiosa como Flor Lila querrá quedarse en casa.

El mercader abrió los ojos y le dijo:

- ¿Algo tan simple como un cuento? 

-Sí, mercader, las cosas simples son las más profundas, por eso se llevan usando tanto tiempo. 

-Está bien, te haré caso. Te compró alguno de tus cuentos.

El joven cuentacuentos Pipas seleccionó las mejores historias de aventuras para Flor Lila y el Mercader quedó muy agradecido por su ayuda.

Al llegar a palacio, el mercader le enseñó los libros de tapas de colores y grandes historias a Flor Lila, que decidió probar a leer uno en esa tarde de primavera.

¿Y qué fue lo que ocurrió? Que la joven princesa se entusiasmó tanto con las historias de piratas, brujas, princesas viajeras y animales parlantes que empezó a dedicar muchas tardes a quedarse en casa leyendo y disfrutando de sus cuentos. 

Los reyes estaban muy contentos por la situación y porque la idea fuera tan buena para su hija, pues la haría más creativa e inteligente. Le tendieron la bolsa de monedas al mercader y se despidieron con un fuerte abrazo. El mercader se fue muy contento a seguir buscando nuevos retos por el reino.

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