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El muerto que revivió

Las manecillas del reloj marcaban exactamente las once y media de la mañana de aquel 24 de diciembre, cuando Paco de pronto sintió que le faltaba el aire y cayó pesadamente al suelo. El ulular de la sirena que rápidamente se aproximaba, llegaba a los oídos de su esposa Conchita como un presagio de que todo sería inútil
Concepción intentó levantarlo, pero su enorme peso oponía tenaz resistencia. Fueron varios los intentos por reanimarlo, mas éstos fueron en vano.
Cuando la Cruz Roja llegó al hogar del presuntamente infartado, sólo fue para tomar la hora de su fallecimiento.
No hubo necesidad de autopsia, su muerte fue muy clara de acuerdo al médico legista: fulminante infarto al miocardio. Terminó rápido todo.
Familiares y amigos acudieron esa noche de Navidad a la funeraria a rendirle el último tributo a Paco. Esa noche que debía ser de celebración, fue de duelo.
Francisco (Paco) dentro del féretro –después así lo contó-, escuchaba claras voces y cuchicheos de aquellos que lo estaban velando para que al siguiente día lo llevaran a sepultar.
Realmente la “supuesta muerte” de Paco no había sido un infarto, sino un derrame cerebral leve, conocidos comúnmente como apoplejía rods, y de los cuales hay casos documentados en los que se sabe, no están muertos cerebralmente, sino en una aparente suspensión de sus sentidos.
En esa ciudad, el cementerio quedaba a diez kilómetros de distancia y una vez que la carroza salía de los linderos de la ciudad, ésta imprimía velocidad para llegar al campo santo.
Al tomar la curva delante de Miramar, al conductor del carro mortuorio le pegó un infarto. A él sí fue real y fue directamente a estrellarse contra un muro de contención, destrozándose prácticamente todo el frente de la carroza, muriendo instantáneamente.
Con el duro golpe del carro, el féretro que contenía los restos de paco, salió disparado, saliendo por un costado de la carroza.
Cuando unos voluntarios fueron a levantar el cajón, grande fue el miedo y posteriormente la sorpresa de que éste, por la acción del golpe se había abierto y de él salía campantemente Paco, el supuesto muerto y sacudiéndose el traje, sólo preguntó: ¿Qué pasó…? ¿on toy?...(¿Por qué siempre preguntarán eso?)
Así es que se cambiaron los papeles. Al que iban a sepultar, Paco, le tocó acudir al velorio de quien lo llevaba a sepultar.
Cuando vea o acuda a un velorio, cerciórese de que el muerto realmente lo esté, sino, puede haber sorpresas para algunos desagradables y para otros no tanto.
Los muertos pueden revivir…
Datos del Cuento
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1 comentarios. Página 1 de 1
Celedonio de la Higuera
invitado-Celedonio de la Higuera 24-11-2006 00:00:00

Querido amigo: Esta historia me ha encantado por su sencillez y por su sorprendente final, aunque de alguna manera algo ya se anuncia en el título. Cuentas con mi admiración. Un saludo. El muerto que revivió. Ventura Cota Borbón

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