Ajenos a todos nosotros, existe un mundo en lo más profundo del océano. Sumergido yace, pasando desapercibido por los humanos.
Estaba habitado por los sirenos.
Un buen día, una pequeña y hermosa sirena que allí habitaba decidió ir de aventuras con sus amigos para explorar el mar.Su nombre era Melisa, y desde que era pequeña sentía una gran atracción por lo desconocido. Tras haber nadado una gran distancia, ella y sus dos amigos pensaron en salir a la superficie a ver qué ocurría ahí fuera, ya que estaban cansados de la monótona vida en el agua. Yanel y Lupus, que así se llamaban los dos acompañantes de la pequeña sirena, junto con ella, salieron del agua y se alzaron ante un bello y enorme paisaje, rodeado por los rayos del sol que penetraban al océano.
Melisa se vio sorprendida por la complejidad de tal paisaje, y pensó si ahí fuera podrían vivir otras especies distintas a las que ella conocía.
Después de un largo tiempo nadando, los tres amigos pudieron divisar algo que no era agua, una superficie de color verde en el que parecía haber movimiento. Junto a ella también se alzaban grandes construcciones así como enormes barcos cerca de la costa. Esa imagen penetró en la memoria de los tres chicos haciéndoles sentir un deseo de dejar sus vidas del agua y explorar lo que se imponía ante ellos. Fue en ese momento cuando apareció una gaviota que les propuso un reto:
-Queridos sirenos,soy un ave de mundo, y conozco tanto las penas vuestras como las de los humanos.
Así que, tras haber estado observando lo que hacíais durante estos últimos días, me gustaría daros la oportunidad de conocer cómo es el mundo sobre la tierra.
-¡Oh!-dijo Melisa-Eso sería genial.
-Os dejaré ir con la condición de que no mencioneis ninguna palabra sobre el mundo en el que vivís-prosiguió la gaviota-Si los humanos conocieran la existencia de vuestra civilización no tendría más remedio que borraros la memoria.
-Sí-se apresuró a decir Yanel-No pronunciaremos palabra sobre la vida en el mar.
-Entonces pues, procederé a transformaros en humanos-decía la gaviota revoloteando en el cielo azul- me las ingeniaré para que nadie os vea llegar desde el mar.
Y así pues, la gaviota voló muy alto y agitó sus alas fuertemente. El cielo, antes totalmente despejado se llenó de negras nubes, y los rayos del Sol que antes entraban en el agua se vieron reducidos dando lugar a una gran lluvia y a fuertes relámpagos.
La gaviota volvió a descender a donde estaban los sirenos apresuradamente.
-Ahora, con esta tormenta, no habrá humanos que os vean. Así que, sirenos, bienvenidos al mundo humano.
De repente Melisa y sus amigos empezaron a notar un cosquilleo en su cola, y notaron cómo ésta se empezaba a dividir en dos partes.
Ya no podían respirar en el agua, y tampoco podían nadar. Notaban que se hundían en el océano. La gaviota les llevó al fin a la orilla.

CONTINUARÁ