La sonda enviada a aquel planeta lejano había mandado los datos instantáneamente a los científicos que la manejaban mediante el avanzado sistema de comunicaciones cuánticas. Después de varias décadas buscando, con el final echándose encima de su avanzada civilización por culpa de su sol agonizante, por fin habían encontrado un planeta habitable en un lejano sistema solar.

Había un grupo de primates que podrían ser compatibles con su ADN. Aunque su planeta estaba condenado a desaparecer y morirían todos sus habitantes, era posible que pudieran perpetuarse, había un atisbo de esperanza a su especie.  

El plan era muy ingenioso. Lanzarían un cometa que contendría unos paquetes de virus protegidos en esporas resistentes tanto al frío como al calor hacia ese nuevo planeta descubierto. Las esporas sólo se activarían y esparcirían los virus cuando las condiciones de temperatura y humedad fueran las adecuadas. El hielo del cometa permitiría su supervivencia durante millones de años, hasta que llegaran al mundo que deseaban colonizar.  

Cuando se acercara a su sistema solar, su estrella central se encargaría de fundir el hielo del cometa y liberar las esporas, que se esparcirían por toda su atmósfera, y comenzaría la infección a gran escala de los primates que se habían detectado en él.  

Ese virus actuaría de forma diferente según el ADN del primate que infectara. Los científicos eran conscientes de que el cometa tardaría millones de años en llegar al que habían elegido como su nuevo hogar, y las especies actuales seguramente evolucionarían durante ese tiempo, tal y como su propia especie lo había hecho anteriormente.  

Entre el abanico de posibilidades de evolución que les proporcionó el sistema de análisis, seleccionaron los posibles primates que más se asemejaban a ellos. Serían con los que se combinaría el ADN implantado en el virus para crear individuos a su imagen y semejanza.   

Pero debían eliminar la competencia. El virus atacaría a las especies más evolucionadas con una alta tasa de mortalidad, dejando secuelas a los supervivientes que limitaran su inteligencia. Sólo así podrían asegurar la supremacía de su especie en el nuevo mundo, con su ADN recombinado.  

Sabían que su muerte como individuos estaba cercana, pero podrían perpetuarse como especie

El lanzamiento del cometa se produjo escasos años antes de que su sol creciera hasta convertir su mundo en un infierno irreversible que acabó con toda vida que albergaba. Aquella especie había alcanzado un altísimo grado de civilización, pero no había conseguido impedir su final.  

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La Agencia Espacial Europea había localizado aquel cometa años antes y se había lanzado una sonda para investigarlo. Provenía de los confines de la galaxia y seguía una órbita por la que pasaría tan cerca del sol que lo fundiría por completo. Curiosamente la Tierra atravesaría la estela que iba a dejar el cometa al fundirse y sus gases residuales penetrarían en la atmósfera.  

La sonda aportó datos muy interesantes sobre la composición del cometa. La superficie del astro viajero estaba formada principalmente por hielo procedente de una mezcla de agua y dióxido de carbono. La presencia de aminoácidos esenciales en una proporción muy baja, venía a confirmar que la vida se había formado en el exterior de la galaxia y que se había diseminado por el universo usando cometas.  

Como estaba previsto, el cometa se fundió y desapareció al pasar cerca del sol, dejando una estela gaseosa, que a los pocos meses atravesó la tierra en su periplo. Los gases fruto de la descomposición del cometa se difuminaron dentro de la atmósfera terrestre.  

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Los tres colonos que habitaban en la estación espacial instalada en la superficie de marte asistieron desde la distancia al desastre que se estaba produciendo en la Tierra. Las informaciones que les llegaban eran cada vez más preocupantes. Un virus letal que se transmitía rápidamente por el aire se había extendido por el planeta, convirtiéndose en una pandemia mundial.  

La tasa de mortalidad era muy alta, y los supervivientes experimentaban unas terribles secuelas psicológicas que los dejaban completamente inútiles. Se producía una degeneración cognitiva muy importante en un cerebro muy afectado por el virus. Además, las secuelas permanecían de forma remanente en el cuerpo, de manera que su descendencia, aunque ya no era afectada por el cuadro sintomático de la enfermedad, sí que nacía con sus capacidades mentales muy mermadas.  

Pasados tres años desde la primera alarma, y con noticias cada vez más preocupantes de la pandemia, los primeros habitantes humanos en Marte perdieron el contacto con la Tierra, por lo que decidieron regresar. Se prepararon para un largo viaje de vuelta, una peregrinación interplanetaria que duraría varios años.  

Y cuando llegaron, se encontraron con que la especie humana había vuelto a las cavernas, había perdido su capacidad de comunicación, había sufrido una involución importante, en tan sólo unos años. Y otra especie que había evolucionado tan rápidamente como retrocedía la humana ocupaba su espacio en la cúspide evolutiva.  

Eran los gorilas, que habían desarrollado conocimiento, capacidad de comunicarse, que habían evolucionado su inteligencia, y que dominaban y subyugaban a la especie humana.  

El resto de la historia... ya la conocen...