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El padre del heresiarca
En los setentas James Beckwite, veterano de la toma de Berlín, se desliga del ejército norteamericano y se autoexilia en México, como experto en una mega trasnacional de telecomunicaciones. En la soledad del fracaso de su segundo matrimonio y sin hijos, traba amistad con otro ingeniero del corporativo, padre de un “niño problema” de apenas 8 años quien posee capacidades fuera de serie, apodado por sus vecinos "El pequeño Neron" debido a sus antecedentes pirománticos. Beckwite queda conmovido por la inocente y agradable personalidad del "Pequeño Nerón", a quien decide llamar "Mr. PN". En el fondo aquel niño remite a Beckwite a hondos e incomodos recuerdos, secuelas de su colaboración en el programa secreto del protocolo experimental Zenner de la Armada Norteamericana, desarrollado durante la guerra fría.
Poco después Beckwite conoce a Oruz padrino de "Mr. PN", otro experto en telecomunicaciones que también trabajaba en el corporativo trasnacional. Oruz impresiona fuertemente a Beckwite, debido a su excelente trato y acusado perfil técnico, el cual atribuye al competente y afamado entrenamiento de los graduados en ingeniería de la Universidad de Moscú. Sin embargo la curiosidad paranoica de Beckwite se desata cuando un viejo contacto del ejército, descubre inquietantes antecedentes de sus nuevos amigos. Al parecer Oruz había sido profesor del padre de "Mr. PN" en la facultad de ingeniería, y por influencia de éste se había integrado como voluntario a una agencia cubana de tecnología, y posteriormente a la cede de Chilena del corporativo de telecomunicaciones, en la época de la expropiación de las minas de cobre y del asesinato de Salvador Allende. Oruz era de nacionalidad Cubana, pero extrañamente sus actividades no pudieron ser rastreadas por su contacto, salvo que había trabajado en la compañía Bell en Bélgica en un proyecto para el desarrollo de campos electromagnéticos de alta energía, de importancia estratégica para las telecomunicaciones y aplicaciones militares, relacionadas con la generación de híper-impulso no cinético y la transmisión de energía cinética por ondas de radio, originalmente propuestas por el desaparecido Filipov. El viejo paranoico Beckwite somete a Oruz a marcaje personal y pronto descubre que además de ser un seductor que se acuesta con todas las asistentes de la dirección del corporativo, también posee desconcertantes capacidades. Con motivo de la entrega de los premios a la innovación para los creativos del corporativo, Beckwite asiste a un fiesta dónde coinciden los tres, el adorable "Mr. PN", su padre y Oruz. El festejo continua en la casa de "Mr. PN", dónde Beckwite, descubre el fanatismo del grupo por el ajedrez, y la proezas no escolares de "Mr. PN", contadas por su madre. Y por vez primera Beckwite, presencia a escondidas de sus padres como "Mr. PN", es capaz de brillar a voluntad en la oscuridad, truco que confiesa, la ha enseñado su padrino, quien además es capaz de derribar un árbol o a un motociclista a distancia o incluso aterrorizar a los perros con sólo entonar una nota musical entre sus dientes.
Al terminar la fiesta, Beckwite queda abrumado. Esa misma noche telefonea a su contacto quien, tiene nueva información. Oruz definitivamente está relacionado con distintas organizaciones de “dudosa moral”. Entre ellas una extraordinariamente peligrosa, la oscura “Unión nuclear proletaria internacional”. Beckwite recibe un extraño agradecimiento de su contacto y un concejo mitad orden, debe alejarse de esas personas cuanto antes, incluso debe regresar a Estados Unidos.
Beckwite nervioso aún no sabe cómo considerar la idea de regresar a su país pero evita todo contacto con Oruz y sus amigos. La siguiente noche recibe un chocante recordatorio de su contacto y por la mañana en el corporativo una noticia perturbadora, un “tornado” a destruido la casa donde habitaba uno de los ingenieros del área de desarrollo, falleciendo en el suceso él, su esposa, tres hijos y un hombre que se encontraba de visita, casualmente también colaborador del corporativo, llamado Oruz Alberto. A la desgracia ha sobrevivido sólo el hijo mayor de la familia, quien se encuentra grave en el Hospital. Beckwite sumido en la consternación apresura su salida de México, sin dejar de sentirse miserablemente culpable. Pero decide visitar al pequeño antes de partir. "Mr. PN" se bate por su vida a causa de innumerables contusiones. Sin embargo los médicos, han dicho que el chico es muy fuerte y que sí resiste un poco más podrá sobrevivir. Contemplando a través del cristal al pequeño postrado e inconsciente en un coma inducido, James Beckwite, comprende que el pequeño está sentenciado y que lograr recuperarse, será solo la señal para su aniquilación. Por otro lado sus abuelos serían incapaces de comprender y conducir sus extraordinarias cualidades, que terminaran fatalmente llevándolo por senderos equivocados. El pequeño realmente estaba solo en el mundo. Beckwite internamente destrozado, castigado por su pusilánime papel, cubierto de llanto, le pregunta a Dios qué puede hacer para remediarlo, e inmediatamente es iluminado. Entonces hace un juramento: sí el pequeño sobrevive, él ha de protegerlo, encontrará la manera de sacarlo a salvo del país, para darle una nueva vida, lejos de oscuras intrigas. Él se convertirá en padre sustituto para ese pequeño. Beckwite habría de cumplir su promesa, hasta dónde sus fuerzas se lo permitieron, educando y sufriendo las andanzas del brillante e inestable Casius, nombre que da al pequeño para protegerlo, quien para orgullo de sus padres fallecidos logra graduarse en media docena de áreas de ingeniería. Sin embargo Beckwite no pudo morir en paz. Un tardío diagnóstico, tal vez secuela del terrible “tornado” al que sobre vivió Casius en su niñez, le había causado severos daños neuronales, que irremediablemente le hundían en la esquizofrenia, a despecho de su gran futuro. Beckwite padre de crianza dijó a Casisus estas palabras, antes de morir: sigue viviendo según tu conciencia, nunca te vendas y si el horizonte se pone muy oscuro, alégrate, el objetivo de tu destino estará cerca. Se fuerte y nunca olvides el nombre de tu padre que murio por sus ideas. Tu verdadero nombre: Dúclo.
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