“Era una mañana de primavera,
Los rubios cabellos
De su cabellera,
Volaban libres al viento,
Y sus ojos bellos,
Tal cual mar y cielo,
Claros como el velo,
Profundos y preciosos,
El hermoso dueño de mi corazón,
En mi ventana me esperaba.
Pero que dolor tan grande,
Cuando al salir me encontré,
Sus labios besando los de una chica,
Alta, rubia, y de ojos verdes,
Como la odie desde aquel instante,
Mi mayor secreto le confié,
Y me arrancó de un solo golpe,
Los sueños también.
Mas que mala suerte,
Me alcanzaba ese día,
Pues era mi prima,
Que a vivir se quedaría.
Cómo me duele aceptar,
La cruel verdad de la vida,
Mi amor más grande,
Y mi ex prima más querida,
Salen juntos,
Desde aquél día,
En el que por tonta pensé,
Que al fin él mío sería.
Pero no,
Me vale más olvidarlo,
Nunca estaré en su corazón,
Ni en su pensamiento,
Ni un su razón.
Ella me quitó las esperanzas,
Y yo le quitaré su vida,
Para que aprenda a valorar,
Lo que tiene todavía.”

Un poema desesperado y ahogado en dolor y lágrimas,
Que siempre abundan en un corazón herido.
Un poema lleno de tristezas y falsas alegrías.
El mismo que aquél día,
Me hizo pensar,
Que ya no estoy viva.
El poema de auxilio de Sahara.