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El primer ser vivo que viajó al espacio

-Esto de que no dejen ir a lo niños al espacio es un asco -dijo Martín, interrumpiendo la clase de ciencias. Estaban hablando del sistema solar.

-¿A qué viene eso, Martín? -preguntó el profesor, sorprendido con tal comentario.

-Lo que es un asco es que como mucho se pueda pisar la Luna -intervino Joana.

-Pues a mí me encataría ser el primer niño en pisar la Luna - dijo Martin.

-Yo me conformaría con ser la primera niña en salir al espacio -dijo Joana.

-¿Se puede saber a qué viene esto? -dijo el profesor, que no salía de su asombro.

-Perdone, profesor -dijeron Martín y Joana a la vez.

-¿Me explicáis de qué iba esto, por favor? -dijo el profesor.

-Joana y yo discutimos ayer sobre los viajes al espacio -explicó Martin.

-Perfecto -dijo el profesor-. Pues hoy vais a discutir sobre quién fue el primer ser vivo en salir al espacio, a ver qué tal se os da contárnoslo mañana. ¿Puedo continuar?

Nadie dijo nada. Así que el profesor pudo seguir con su explicación. Al día siguiente, preguntó a Martin y a Joana por el resutlado de su discusión.

-No nos hemos puesto de acuerdo, profesor -dijo Martin.

-Martin dice que el primer animal en salir al espacio fue la perra Laika, pero yo digo que fue el mono Albert -dijo Joana.

-Ese no cuenta -dijo Martin-. En realidad, su nave no superó los 63 kilómetros de altura.

-Me refiero a Alberto II, en 1949, tras el fracaso con el primer Albert en 1948 -dijo Joana.

-Eso no llegó mucho más alto -dijo Martin-. ¿Cuánto subió? ¿134 kilómetros? ¿Eso no es nada?
-En realidad, ninguno tenéis razón -interrumpió el profesor-. Ni un perro ni un mono fueron los primeros seres vivos en salir al espacio, sino una mosca.

-Las moscas son insectos -dijeron Martin y Joana a la vez.

-Y los insectos son seres vivos, ¿verdad? -dijo el profesor. Toda la clase se quedó callada, a la espera de que el profesor contara su historia-. Para empezar, se considera salir al espacio superar los 100 km de altura, por lo que Albert II sí salió al espacio.

-¡Lo sabía! -dijo Joana.

-Pero antes que a él, la NASA había hecho muchos experimentos. En 1946 mandaron moscas de la fruta junto con algunas semillas en un cohete V2 para investigar los efectos de los viajes espaciales en el organismo.

-Pero, ¿qué tiene que ver una mosca con un persona? -preguntó Martin.

-Las moscas de la fruta son genéticamente muy parecidas a los humanos, por raro que parezca, así que se pueden estudiar los efecos de muchos cosas haciendo un análisis previo en estos insectos. Y como se reproducen con mucha facilidad, se pueden estudiar los efectos en varias generaciones en poco tiempo. 

-Y, ¿a qué altura llegó la nave, profesor? -preguntó Joana.

-El cohete se elevó hasta los 109 kilómetros de altura -respondió el profesro.

-¡Uy! ¡Por los pelos! -dijo Joana.

-Efectivamente -dijo el profesor-. Ahora, continuemos con el tema. Tengo muchas otras cosas interesantes que contaros hoy.

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