Una noche de verano, en un pueblo muy acogedor una niña de unos 9 años solía acercarse hasta el puerto todos los días y se sentaba en la punta, al lado del faro, dejando colgar sus pies, sintiendo el mar debajo suya, escuchando las gaviotas y los barcos que salían a pescar, dejando su mente en blanco.
La gente del pueblo la veía todas las noches allí, quieta, sola, triste, con la mirada perdida al frente y mirando de vez en cuando a las estrellas.
Una noche un pescador le preguntó:
-- Todas las noches te encuentro aquí, ¿esperas a alguien muchacha?
Pero la niña no dijo palabra.
Pasaban horas, días, semanas, meses... y todos los días la niña se encontraba en el puerto.Un día se acercó un personaje extraño, con la cara toda pintada, con una sonrisa de oreja a oreja, nariz roja, con unos zapatos que parecían barcas de lo grandes que eran y con un traje de muchos colorines; y se sentó junto a la niña sin mediar palabra, solo se sentó y esperó.La niña al ver a tal personaje no pudo ocultar una pequeña carcajada, pero era una carcajada con ilusiones seguida de una lágrima que recorría su mejilla.
Sin decir ninguna palabra el personaje misterioso se fue, dejando a la niña otra vez sola.Cuando la niña se disponía a abandonar el puerto para ir hacia su casa se encontró a su lado una carta junto a un regalo, la niña con cierta duda y a la vez curiosidad se dispuso a leer la carta que decía:
" Que ni una lágrima se derrame por tu cara de porcelana, no llores, ríe"
Seguidamente la niña abrió el regalo, era una figura que le resultaba conocida, con mucho cariño la guardó y pensó en ese personaje misterioso al cual se parecía la figura y le puso por nombre payaso.
La noche siguiente la niña se encontraba nuevamente en el puerto, ya no estaba sola, tenía el payaso a su lado, la figura porque el real ya nunca más volvió.
Año tras año esta niña se fue haciendo mayor pero seguía yendo al puerto, se sentaba donde siempre lo hizo junto a su payaso que aún lo conservaba, pero llegó el día, la mujer ya era muy mayor y su vida aquí terminó.
La gente del pueblo nunca le pudieron sacar palabra de por qué estaba noche tras noche en el mismo lugar, murió con su secreto.
Ahora el payaso de verdad trabaja en un circo y cuenta a los niños la historia de ésta mujer, él como estubo allí sentado al lado de ella, cuenta que se sentaba todos los días para SOÑAR.
" SOÑAR LO IMPOSIBLE SOÑAR"