Barba negra era un hombre de color negro, pequeño, vivido y solitario. Su corta estatura le hacia semejante a un enano de protuberante cuerpo y manos como enormes ganchos, de largas, duras y sucias uñas despellejadas. Siempre cargaba en su cabeza un desvencijado sombrero negro, camisa tipo sobretodo de igual color, un insulso, hilachudo y desgastado pantalón de trabajo y unas botas largas, negras, curtidas por el tiempo.
Era un extraño personaje residente en el Caserío de Mata Chivo, vivía como alma que anda en pena, observaba a la gente con mirada de loco, se les acercaba de repente a los niños para asustarlos con su hostil presencia y luego saltaba hacia atrás embistiendo con su actuación el tiempo, Su acto le causaba tanta gracia que después de un corto tiempo, embutido en su hermetismo, se reía de súbito a mandíbula batiente, era una carcajada cavernosa que mas bien parecía un crujir de hierros retorcidos por el fuego. Sin embargo para los que le conocían era inofensivo, indiferente, tórrido y amable como un niño, la población expresaba que el diablo lo había iniciado en su locura con intención de reclamar el convenio, Barba negra era un espíritu doblegado, un ser atormentado y que paulatinamente iba perdiendo su alma.
Sin embargo, las que mas le temían eran las mujeres lugareñas, le guardaban celosamente un pánico oscilante, con solo oír el nombre del negro se le irisaban los pelos y se quedaban mudas de asombro al escuchar la historia de Barba negra, era extraña y macabra, su hermano mayor que llamaban Guareque, le había vendido el alma al mismo diablo.
Y así pasaba el decurso en el penoso trajinar de Barba Negra, las ropas se le fueron cayendo a pedazos del cuerpo, las botas le duraron hasta cierto tiempo y tubo que andar descalzo entre piedras y arbustos. Mucho dispuso de su tiempo sumido en sus atropellados pensamientos, de madrugada se levantaba, caminaba varias horas en círculos rotos y luego cuando el sol rayaba el alba se sentaba en el porche y bodega de Augusto, allí pasaba las horas hundido en su miserable existencia, en una inercia constante, vagando entre sus sueños oscuros como noche sin luna, contemplando alborozadas estrellas diurnas desvencijadas y pájaros desnudos. Estos desvaríos lo aguijoneaban contra demonios que sujetaban sus cuatro tiempos, lo amarraban a su delirio de flores sin nombres y hacían un amasijo con sus pálidos sueños, eran como demonios traslucidos que hundían sin piedad sus garras de fuego furia en su cabeza, atormentando cada segundo sus pensamientos difusos, convertidos desaforadamente en constante pesadilla empañada.
De noche surgían desde su rancho innumerables quejidos que el viento deshacía entre la débil espesura campestre, gritos extraños, voces milenarias, incesantes palabras ininteligibles, susurros incompletos, chasquidos de vasijas cuando son arrojadas contra el piso, sonido de cantos irreconocibles, sonoridad de batir de alas gigantes, Llantos y pasiones salvajes.
Los pobladores no se atrevían aventurarse en los dominios de Barba negra, decían que la persona que se acercaba al extraño lugar no retornaría, seria llevado al más allá por el demonio, el amo y guardián de barba negra.
Cierta noche dos viajeros que venían desde los Marines para Yaguaraparo, se le hizo de tarde y con el rápido vaivén de las horas se los engullo la noche llegando a la Horqueta de Mata Chivo.
Caminando en la semi oscuridad nocturna vieron cruzar antes sus ojos aquella pequeña sombra, era como el viento y sus oquedades elementales, estaba allí y no estaba en ningún lugar, era frió o caliente, negro y brillante, vació y pútrido, una visión que entumecía los huesos y los recuerdos mas ausentes.
Los viajeros, un hombre y su pequeña hermana apuraron el paso del miedo, ella gemía y se acurrucaba entre sus brazos, el dispuesto a todo proseguía el camino sin distar palabras, oscuros sus ojos y brillantes como bronce pulimentado, listo y preparado como cascabel acorralada, en sus manos apretaba con furias tensas el machete, listo para contraatacar si era necesario.
Al proseguir el camino la pequeña sombra o barba negra quedo atrás, mientras ellos caminaban se escucharon gritos fúricos, lamentos enloquecidos como faja de manada de perros rabiosos fusionados en uno. Después solo se escuchaba el proferir a Barba negra llamar a su amo repetidas veces, una y otra vez como un canto pérfido extraviado en el follaje agreste de las montañas silenciosas.
Un día se dejaron de escuchar los sucesos inusuales de Barba negra, la noche tejió un silencio misterioso, sumida en la mas tétrica soledad, de aquel rancho desvencijado no surgió la intranquilidad demoníaca, ni sus gritos de terror, sus pasiones desbocadas, los lamentos en cadena y sus gritos llamando al Sr. De las tinieblas
En varias semanas lo extrañaron en el caserío, la gente se adapto durante años a sus peculiaridades y locuras que se preguntaban preocupados: donde estaba el Loco de Barba Negra. Varios se aventuraron hasta su hogar para investigar su paradero, pero jamás localizaron el pequeño cuerpo de barba negra.
Poco tiempo después surgió el comentario de que el diablo se lo había llevado, cobrando con esta desaparición el convenio efectuado con el hermano mayor de Barba Negra. Si alguna vez llegas a viajar por Yaguaraparo, no se te ocurra aventurarte en noches de lunas llenas u oscuras en el Caserío de Mata Chivo, te puede aparecer Barba Negra y entonces si que la pasaras de susto.
Barba Negra aun esta vivo y vive en el Caserío de la Horquetita de Yaguaraparo.