Vi su ojo detrás de la mira. Segundos antes había cargado el arma y ahora me apuntaba al entrecejo. Supuse que a tan corta distancia no fallaría. Y de hacerlo, intentaría de nuevo. Es que mis actos, según él, requerían castigo. Es una larga historia, pero se las voy a hacer corta. Disparó.
Su ángel le fue indiferente durante años. Estuvo preso, cumpliendo una pena que le correspondía. Pero fue, tal vez, culpa mía que lo atraparan. Aunque ese era un final previsible, no lo fue en su totalidad.
El humo del estallido se dispersó. El sonido fue ahogado por la monotonía del
silencio.
Cómo me enteré no lo recuerdo; fue hace tiempo. Pero lo supe por fuente segura. El iba a cometer un asalto. Uno grande, con mucho dinero de por medio.
La bala salió del cañón.
Sucedió una tarde nublada, la causa prematura de mi muerte. Desde mi escondite lo vi huir, dejando tras de sí un reguero de sangre. Lo seguí.
La vaina golpeteó en el suelo.
Me interpuse en su camino y sin darle tiempo a nada lo amenacé con un revólver. Le quité el dinero y me fui.
La bala acortó distancia girando sobre sí misma.
La policía lo atrapó. El dinero jamás fue recuperado. Yo había logrado el robo perfecto.
Mi piel sintió el duro contacto del plomo.
Antes de irme lo escuché jurar venganza.
La bala me atravesó el cerebro.
Así termina la historia.
aberme dado cuenta antes. sin celebro no se puede contar bien las cosas. te haz robado y te haz matado y te haz encarcelado. te hare un favor click cuidadoooo. lo dije tarde ya estas en llamas.