Esto ocurrió en un viaje de excursión que la escuela había programado como premio a todos los niños que habían finalizado su año escolar con excelentes calificaciones.
Humberto y José eran buenos amigo, ambos eran estudiosos y bien educados, siempre compartían en la escuela horas de estudio y también momentos de diversión y hasta compartían sus meriendas en horas del recreo.
Como los dos amigos resultados favorecidos con diplomas honoríficos en el año escolar que recién finalizaba, entonces ellos dos, al igual que otro grupo de niños fueron invitados al viaje de excursión a la montaña, la cual estaba ubicada en un pequeño, pero agradable sitio turístico, el cual distaba a unos doscientos kilómetros de la ciudad donde ellos vivían.
El viaje tal como fue programado, fue muy divertido y provechoso para el fortalecimiento de los conocimientos que las maestras impartían en las aulas de clase. Hubo muchas preguntas, las cuales fueron respondidas por las maestras, mientras los niños exploraban la fauna y la vegetación de aquel pueblo encumbrado.
“Buenos niños, nos vamos; es hora de recoger los artículos personales para volver a casa. Ah, y no se olviden de recoger los desperdicios y dejarlos en la cesta de basura”. Esta parecía ser la despedida de aquel viaje, que una de las maestras anunciaba con voz firme y decidida. Y así fue, en sólo cuestión de minutos, el motor del autobús se encendía, para retomar el camino de vuelta, dejado de un breve e interesante viaje, el cual dejaba una sonrisa y muchas curiosidades satisfechas en la cara de los niños que se alejaban con la esperanza de volver el próximo año.
En el recorrido de regreso, Humberto comentó a José: ”Mira lo que encontré”, y sacando entre sus pertenencias, le mostró una tapa de cartón hermosamente coloreada de azul, con el título de: UN GRAN SECRETO REVELADO A GRITOS. Todo indicaba que dicha tapa de cartón, era la portada de algún libro al que alguien se la había desprendido.
¿Dónde la encontraste??, fue la pregunta que José hizo a su amigo, después de haber contemplado la portada de aquel desconocido libro. “La encontré en la parte baja de la montaña”, fue la respuesta inmediata de Humberto, la cual complemento con una pregunta:¿Por qué lo preguntas?, y José con cara de confidente y sintiéndose cómplice de una gran aventura, le contestó: “Porque yo encontré esto en la parte alta de la montaña”, y seguidamente le mostró otra tapa de cartón, también de color azul, que a todas luces indicaba que era la contraportada del mismo libro, que igualmente fue desprendida y arrojada en la parte alta de la montaña.
¿No encontraste nada más?, preguntó Humberto a José, y éste respondió: “No, solo eso”. Y ambos callaron y vencidos por el cansancio durmieron el resto del trayecto de regreso.
A la semana siguiente cada niño disfrutaba sus vacaciones con su respectiva familia, y aunque no volvieron a hablar después de aquel día, cada uno se llevó la duda, y alimentó la curiosidad de conocer el contenido de aquel libro cuya portada y contraportada habían sido abandonados en la montaña que habían visitado.
José, aprovechando la propuesta de viaje que su papá le había hecho para disfrutar las vacaciones, escogió el viaje a la misma montaña, con la esperanza de encontrar el secreto que aquel libro anunciaba haber revelado.
Aunque era el mismo recorrido, éste viaje se le hizo a José más largo que cuando viajó con el autobús de la escuela. Al llegar comenzó a buscar disimuladamente, para no despertar sospechas en sus padres y hermanos, a los cuales no les había comentado nada sobre el asunto del libro.
José buscaba y buscaba, y no encontraba ni rastros del libro, ni una hoja siquiera. Así que ya cansado y rendido, José decidió bajar de la montaña, y fue entonces cuando descubrió algo que lo dejó estupefacto y sorprendido... Era su amigo, su amigo Humberto que venía subiendo la montaña en compañía de sus padres, quienes al conocer la historia que Humberto les había contado, decidieron levarlo a la montaña y ayudarlo a buscar lo que pudieran hallar de aquel libro abandonado.
En la infructuosa búsqueda, ni el uno, ni los otros, hallaron nada; sin embargo los dos amigos acordaron que si la portada fue encontrada en la parte baja de la montaña y la contraportada fue encontrada en la parte alta, interponiéndose la montaña entre ambas tapas de cartón, entonces era ella, la montaña misma el gran secreto revelado a gritos aquel día de excursión que les había regalado la escuela.