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Categoría: Infantiles

El sol que no era amarillo

Esto parece extraño, especialmente para los niños; en especial aquellos niños que se desviven por pintar el sol amarillo como señal inequívoca de que ya saben colorear. Esto ocurrió en un pequeño bosque donde vivía un niño pequeñito, pero no me refiero a pequeñito como todos los niños de corta edad, no, me refiero a pequeñito en el sentido estricto de la palabra; pues ese niño era tan pequeñito que vivía en el tronco de un árbol donde un pájaro carpintero había hecho un agujero.
El tamaño de este niño no lo puedo precisar, ya que se le veía muy poco, pero algunos aseguran que más o menos era como ver un cambur, así de pequeño, y también así de delgadito.
Cuentan que su tamaño se debe a un maleficio que alguien le echó por maltratar las flores de su jardín, y que lo llevó al bosque para que viviera allí para siempre, sin convertirse jamás en una persona adulta.
Este pequeño niño se llamaba Lucrecio, y muy parecido a todos los niños, también le gustaba colorear sus dibujos. Sólo había un detalle, y es que Lucrecio sólo podía salir de su escondite a primeras horas de la mañana y a finales de la tarde, ya que por su tamaño tan diminuto, representaba una presa fácil para los animales depredadores que al igual que él habitaban el bosque y corría el riesgo de convertirse en su alimento. Por tal razón siempre observaba el sol anaranjado en la alborada y el sol también anaranjado en el ocaso del día. De tanto observar el sol anaranjado Lucrecio se hizo experto en pintar el sol de ese color, incluso pintaba las nubes con hermosos reflejos de arreboles.
El nunca se imaginó que el sol era de color amarillo porque nunca lo había visto en sus esplendores del día. El era feliz coloreando siempre su sol anaranjado. Pero una tarde, cuándo salió a merodear por el bosque encontró un cuaderno de dibujos a medio colorear que algún niño dejó el bosque; entonces Lucrecio como pudo llevó el cuaderno hasta su escondite y curiosamente comenzó a hojear dibujo tras dibujo, y fue allí con gran asombro cuándo descubrió que el sol estaba pintado de amarillo en todos los dibujos y no del color que el siempre los pintaba. Esta diferencia de colores, lo afligió un poco, y pensó cambiar su forma de colorear el sol. Pero luego se detuvo y pensó: ”tal vez los otros niños, nunca han visto el sol de verdad, y sean ellos los que estén equivocados”.
Entonces lucrecio pasó toda la noche coloreando y coloreando soles anaranjados, y aún sin dormir salió a la mañana siguiente y dejó esparcidos por todo el bosque tantos dibujos como pudo, con el único objetivo de que los niños que encontraran sus dibujos pudieran descubrir de alguna manera que verdaderamente el sol no era de color amarillo.
Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 01-04-2003 00:00:00

Aquí tenemos un cuento de verdad, que a todos nos gustaría leer mucho más a menudo. Buen lenguaje, imaginación, originalidad, medular. Saludos.

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