Son tan pequeños que sus huellas en la húmeda arena apenas se nota. Toda la orilla del mar se llena de una multitud de hombrecitos que al llegar la noche comienzan a trabajar. Caminando sobre las olas las acarician, le abrillantan su espuma que rizan con mucho mimo, para que a la mañana siguiente cuando los niños vuelvan a la playa encuentren unas olas preciosas; otros les reponen el sonido, ese murmullo que tienen las olas y que con el ajetreo del baño se va apagando, por último sacan de sus zurrones unos polvos de color azul y otros de color verde y los esparcen por el agua para que el mar siempre tenga un bonito tono verde o azul.

Otros se encargan de sacar del agua pequeños caracoles y conchas nacaradas que depositan sobre la arena para que los niños las encuentren y juegan con ellas.

Estos hombrecitos son los duendes del mar, ellos son los encargados de mantener su belleza. Nosotros también podemos mantener la belleza del mar y de la playa, si lo cuidamos les ahorraremos mucho trabajo y ellos se pondran muy contentos.

Y... COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO.