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El último terrícola

Max era el último niño sobre la faz de la tierra. Todos los demás habían desaparecido. Todo había desaparecido. Solo quedaban él y su pequeño refugio montañoso. Apenas le quedaban provisiones para una semana cuando unos extraterrestres llegaron en una nave espacial y se lo llevaron.

Al principio Max tuvo miedo. Luego pensó que iban a salvarlo, y eso le tranquilizó. Pero justo antes de subir a la nave se dijo: 

-Al menos tengo una oportunidad de sobrevivir. Tengo que aprovecharla.

Al principio los alienígenas no fueron demasiado amables. Querían estudiar al terrícola, como ellos le llamaban. Fue cuando Max descubrió que hablaban el mismo idioma cuando les dijo:

-Me llamo Max. Gracias por salvarme. Sé que queréis estudiarme. Os ayudaré en lo que pueda.

Los alienígenas se quedaron sorprendidos. No esperaban que el terrícola colaborase por voluntad propia.

-Queremos saber sobre la forma de vida de tu especie -le dijo uno de los alienígenas-. Pero eres solo un niño. No creo que sepas mucho.

-He visto al llegar que tenéis libros, muchos libros -dijo Max-. ¿Son libros terrestres?

-Sí, pero no los sabemos leer -dijo el alienígena.

-Yo os los leeré -dijo Max.

-¿Con leer te refieres a decodificar el código? -preguntó el alienígena.

-Algo así -dijo Max-. También puedo enseñaros a leer, es decir, a decodificar lo que dicen esas páginas.

-Muchas gracias -dijo el alienígena.

-¿Habéis encontrado más como yo? -preguntó más.

-En tu planeta no -dijo el alienígena-. Ya habíamos perdido la esperanza cuando por fin te encontramos. Te llevamos a un planeta similar al tuyo donde viven algunos de tu especie. Fueron allí hace mucho tiempo y necesitan ayuda. Hace mucho que perdieron el contacto con tu planeta. 

-¡Qué alegría! -dijo Max-. Aún queda esperanza.

-Esperemos que este planeta os dure un poco más -dijo el alienígena.

-¿Qué ganáis vosotros con esto? -preguntó Max.

-Conocimeinto, joven amigo, conocimiento -dijo el alienígena-. Eso y la satisfacción de saber que estamos haciendo algo bueno por otras formas de vida. Esperamos que esas otras formas de vida hagan lo mismo para poder vivir en paz. 

Max leyó para sus nuevos amigos muchos libros de camino a su nuevo hogar, y les enseñó a leer para que ellos mismos pudieran extraer todo el conocimiento que se almacenaba en todos aquellos tomos salvados de la destrucción. 

Cuando finalmente llegaron a su destino, Max les dio las gracias por todo. 

-Recuerda Max -le dijeron-, agradecimiento, respeto y bondad son los ingredientes para vivir en paz. 

Max se despidió, sintiéndose profundamente dichoso por la nueva oportunidad que aquellos alienígenas le habían brindado. Un futuro lleno de oportunidades se extendía a sus pies. Podía empezar de nuevo. Y con ese pensamiento dijo en voz alta:

-¡Adelante!

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