Esto ocurrió hace dos años:

Mi padre hizo horas extras en el trabajo para poder realizar el viaje a Hawai con la família, acabó agotado, pero su esfuerzo sirvió de mucho...

A la semana siguiente, llegó la hora del viaje, ¡casi perdemos el avión! pero al final llegamos a tiempo.

El viaje fue largo y pesado, yo estaba aburrido, lo único que podía hacer era escuchar música con mi discamn, aunque todo el rato escuché el mismo disco, se me había olvidado traer otros.

Debía de reconocer que el avión no era mi punto fuerte.

Por fin llegamos a Hawai. Nada más llegar,fuimos al hotel donde teníamos hecha nuestra reserva, era muy grande, acogedor y bonito, ¡ah! con unas camas enormes y muy cómodas.

Después de descansar, al día siguiente fuimos a un restaurante donde conocí a una niña, tenía el pelo castaño, ojos azules, naríz chata... Hablamos entre nosotros y nos hicimos muy amigos, sentí una gran alegría cuando me dijo que vivía en el mismo país, (cosa que deduje sólo al oir sus primeras palabras), misma província e incluso igual ciudad y calle!!! Fue increible y además fantástico.

Yo particularmente, nunca la había visto.

Llegó la segunda noche, nos quedaban sólo cuatro días y esa niña se iba al día siguiente... Pero para consolarme mis padres quisieron comprarme un nuevo CD de música. ¿cuál sería?.

Al despertar, fuí corriendo a la cama de mis padres para despertarles, resultando que ya estaban despiertos hacia rato. Si lo llego a saber ¡me levanto antes!.

Nos vestimos y fuimos a la tienda de discos, mi elección fue un CD de éxitos del verano, y mis padres eligieron uno de música clásica, ¡que palo!.

Pasaban los días y llegó el penúltimo...

Como todo lo bueno se acaba, decidimos ir a la playa, porque tanta piscina me aburría... Estuvimos más de cuatro horas, después de comer en un chiringuito, nos comimos unos exóticos helados.

Era hora de volver al hotel, eran las diez de la noche y yo tenía muchísima hambre de nuevo. Debo de admitir que el apetito nunca me falló.

Como era el último día me dormí tardísimo, más o menos a las dos de la madrugada, me puse el discman y ... ¡a escuchar música!, recordando el encuentro que tuve y que en ningún momento pudo desaparecer de mi mente.

Ya estamos, ... de nuevo hay que subir al dichoso avión, claro que también tenía ganas de volver para ver a aquella chica, Abigail.

Las horas en el avión pasaron más rápidas que la primera vez y por fin llegamos a nuestro hogar. Justo en el portal me esperaba Abigail, era lo que yo deseaba y mi mayor sorpresa a resaltar de mi viaje. Así fue mi viaje a Hawai.