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Ella me dijo que espere, y esperé...

Me dijo que la espere, y esperé... Hace mucho que no vuelve, y todo está frío, gris, sucio y aunque la sigo esperando ya empiezo a olvidar, o a perder la razón del por qué estoy aquí.

Todo empezó cuando era bastante joven, y, como todos, no sabía lo que quería hacer con mi vida. Por supuesto que escuchaba a mis padres, amigos, y parientes decir "cuánto vales, cuanto ganas", y aunque no me emocionaban sus palabras, sí, hacía caso de aquel axioma de vida... sin embargo, todo cuando hice lo dejaba a medio terminar. Por ejemplo, en los estudios, nunca terminé una carrera; en el amor, cuando creí estar muy enamorado, me daba cuenta que no lo estaba y buscaba la manera de escaparme. No sé qué hubiera sido de mi vida si no me hubiese subido al bus mientras retornaba de mis estudios hacia mi casa... Allí la vi, por primera vez, era una de esas chicas que te hacen olvidar si está allí o en otro lado, aunque su cuerpo sí lo estaba. La vi y no dejé de observarla hasta que bajó del bus, yo también... La seguí sin que se diera cuenta y entró en una casa enorme y muy antigua pero muy bien conservada. Anoté la dirección y me prometí volverla a encontrar, pero, cuando uno es muchacho, con frecuencia se olvida de sus promesas propias, y fue así que me olvidé de ella hasta que una tarde en que iba a una reunión de amigos la volví a encontrar. La vi que no se ubicaba en aquel lugar que era la casa de una amiga que conocía por intermedio de otro amigo. Recuerdo que casi no voy pues no me gustan los lugares en donde hay demasiadas personas, pero, como no tenía nada que hacer excepto estar echado en mi cama mirando el techo, decidí acompañar a mi amigo...

Así como en las películas empecé a acercarme y la vi que hablaba con un tipo mucho mayor que ella, por lo menos en veinte años mas. Luego, la vi sonreír y me gustó su sonrisa. Era hermosa y lo que más me gustaba eran sus ojos, parecían ser como esos ángeles que despiden esperanza y buena volunta; y su sonrisa era tan tierna como cuando escuchas a los niños reírse entre ellos. Así la pasé en toda la reunión, observándola hasta que la vi que a eso de media noche se fue. La seguí hasta la puerta y vi que no había auto que la esperaba, se iba sola, caminando, y, yo, nuevamente, la seguí...

Fue extraño pues esta vez tomó un bus en otra dirección a la que creí iba a tomar, pero igual la seguí. Fue gracioso ver que en aquel bus no había nadie más que ella y yo, sin embargo, ella, parecía pensar, o viajar con su mirada hacia otro lado, lejos, muy lejos de donde estaba. Me di cuenta que yo era como invisible para ella...

Bajó y yo también, empezó a caminar hasta llegar a una casa muy pequeña. Tocó el timbre y alguien la estaba esperando... Yo, me quedé a unos metros y cuando estaba por irme, la puerta de la casa se abrió, salió ella y me llamó. Fui. Creí que todo era como un sueño, extraño, pero fui y entré en aquella casa. "Pasa por favor, te estaba esperando", me dijo. Pasé y un señor me hizo pasar a una sala mientras ella me seguía. Nos sentamos en un sillón y el señor prendió la radio, escuchamos música clásica, en esos tiempos no entendía ni sentía aquella música, pero cuando me preguntó si me gustaba, le dije que sí... Me preguntó por mi nombre, el lugar en donde vivía, me dio su nombre, y me dijo que estudiaba pintura en la escuela de bellas artes y que me recuerda desde aquella vez en que me vio en el bus cuando viajaba rumbo a la vieja casa de sus abuelos... No recuerdo que mas me contó, pero cuando terminó ya había amanecido. Le dije que debía irme a mi casa y ella, con una sonrisa, me dijo que me esperaría mas tarde.

Regresé a mi casa sintiéndome tan raro como si todo hubiera sido un sueño. Apenas me eché en mi cama quedé dormido. Cuando abrí los ojos ya era pasado el medio día. Tenía clases en la universidad y fui, con el pensamiento de que apenas saliera iría a visitar a mi nueva amiga.

Recuerdo que toqué la puerta de su casa y salió un señor muy diferente al que había conocido la noche anterior. Le pregunté por mi amiga y me dijo que allí no vivía ninguna chica con ese nombre, le insistí, incluso le dije que había entrado y que otro señor me había atendido, pero el tipo me dijo que eso era imposible. De pronto, mirando el fondo de la casa vi que había una foto en donde estaba mi amiga. Le dije al señor que esa era la chica con la cual había conversado toda la noche. El tipo me miró y me dijo que aquella foto era de su abuela cuando era joven, y, si deseaba verla tendría que visitarla al cementerio. Con esas palabras me cerró la puerta, dejándome un sabor tan raro en el alma, sintiéndome como un fantasma...

Mientras regresaba a mi casa, recordé la casa de sus abuelos y fui hacia allí. Las luces estaban apagadas. Tiré una piedra y rompí una de las ventanas... Pero nadie contesto, nadie. Me di cuenta que estaba abandonada. Comencé a pensar que había tenido contacto con un fantasma o algo por el estilo. Llegué a mi casa y me puse a dormir.

Mi vida pasó como la de cualquiera. Abandoné mis estudios, viajé a otro lado, conocí diferentes amigos y amigas, pero siempre sentía que no sabía lo que quería. Fue entonces que decidí ponerme a escribir. Y en uno de aquellos textos, la volví a recordarla, tal como era. Recordé aquel bus, su casa, el señor que nos había atendido, la fiesta en donde ella conversaba con un señor, y empecé a escribirle como si ella, a través de mis textos, podría escucharme y aparecerse nuevamente… Hasta que una noche en que le escribía, escuché una voz que provenía de una parte de mi imaginación o conciencia, no sé. Pero me dijo que ella deseaba conversar conmigo nuevamente… Salí de mi cuarto y empecé a caminar hasta llegar a la vieja casona. Entré y no había nada ni nadie. De pronto, la voz que sonaba en mi conciencia volvió a salir, pero esta vez de un viejo libro que estaba tirado en uno de los cuartos de aquella casa. Cogí el libro, y luego de desempolvarlo, lo abrí. Era un diario, había fotos, no muchas pero en cada una de ellas estaba ella, la chica que conociera hacía tantos años… Mientras lo leía percibí que del libro ella aparecía, hermosa como siempre, y con aquella sonrisa tan bella como un fruto me pidió que la esperase… Le pregunté para qué, y ella me dije que necesitaba un amigo de verdad. Y yo, la esperé…

Y aquí estoy, viviendo desde aquella vez en esta casa abandonada, rodeado de ratas, basura con este viejo libro de diario de aquella chica que aun vive a través de mis ojos e imaginación… Mientras yo, continúo escribiendo, y ella, ha vuelto para hacerme compañía en este mundo en donde uno está tan solo y sin nadie que pueda escucharlo ni apreciarlo…



Miraflores, agosto del 2005
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 15461
  • Fecha: 09-08-2005
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.53
  • Votos: 38
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3083
  • Valoración:
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