Y ella lo vio con su familia, un hondo dolor le trapasó el corazón, creía que lo podría soportar y no fue así.
Llevaban meses amándose en secreto, a través de mensajes, llamadas, Internet e incluso ella se trasladó en varias ocasiones a la ciudad de él, para pasar unas horas juntos, unas horas robadas al tiempo, en esos momentos ella sentía que le pertenecia, era suyo, sólo suyo.
Se veían a diario a través del mesenger, cuando sus respectivos cónyugues no estaban en casa, en algunas ocasiones incluso estando estos presentes, en estos momentos sus conversaciones eran puras e inocentes, cuando estaban solos eran encendidas, apasionadas.....
Se habían conocido a través de la red, los dos sabían cual era la situación del otro, estaban casados, con hijos, atados a un matrimonio que no les satisfacía a ninguno de los dos, de sus primeros emails nació una bonita amistad, eran amigos, cómplices, se contaban sus vidas, sus inquietudes e ilusiones, problemas y desilusiones. Poco a poco, día a día, esa amistad se fue trucando en un amor profundo, sincero.
Él la ayudó a despojarse de todos sus miedos y amarguras. La vida habá sido injusta con ella, le había robado la sonrisa de su cara, la confianza en sí misma, la alegria de su corazón. Se había enfrentado a problemas de drogas y delincuencia para intentar salvar a su hijo sin conseguirlo. Estaba atrapada en un matrimonio a punto de romperse. Él le devolvió la confianza en sí misma, la alegria a su espíritu, a resolver problemas que le parecían insuperables y lo más importante, le devolvió la sonrisa a su rostro.
Ella poco le podía ofrecer a cambio, tan sólo su amor, poca cosa comparada con todo lo que había recibido.
Nunca le exigió nada, él seguiria casado, ella no lo sabía, si un día su marido se enteraba de su doble vida se acabaria su matrimonio. Ella jamás le pediría que abandonase a su familia por ella, pensaba que no lo merecia, ella no era nada especial para que así lo hiciera, aunque nunca lo abandonaria, siempre estaría a su lado, pero en la distancia.
Un día se conocieron todos, lo habían dispuesto de forma que pareciese algo normal, dijeron en sus hogares que se habían conocido por Internet, lo cual era cierto y que los cuatro podrían ser amigos, ella pensó al igual que él que era buena idea, de este modo aunque estuviesen con sus parejas se podrían ver, se conformaban sólo con eso, verse.
Lo que ella nunca imaginó es el dolor que le produjo verlo al lado de su esposa, ver que esa mujer era real, era la mujer con la que él compartia su vida y su cama, tomó plena conciencía de que era sólo "la otra" en su vida, no era nadie ni nada, por mucho que lo amara jamás sería suyo, nunca compartirían el día a día, sólo horas robadas al tiempo, horas temerosas de ser descubiertos, aunque habían sido mágicas hasta ahora.
Descubrió unos sentimientos que nunca antes había tenido: Los celos.
Mientras estuvieron todos juntos trato de comportarse lo más amablemente que pudo, trató a esa mujer como lo que era y sería siempre: "La señora de..." le ofreció su casa, su amistad y sus mejores sonrisas.
Cuando se quedó sola lloró lágrimas amargas de dolor, derrota y pena. Nada había cambiado en realidad, sólo su corazón que se había roto en mil pedazos, intentará que él nunca note lo que siente, nunca le pidió nada y nunca lo hará.
¿Qué derecho tiene ella a pedir un poco de amor, si ella no es nada ni nadie?