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El coche deceleró hasta frenar, encendió las luces interiores y con un pitido de aviso se dirigió al ocupante:
-Señor Hobbs hemos llegado a su destino, procediendo a solicitar permiso de estacionamiento a: E-DI-FI-CIO FUN-DA-CIÓN HANS-AND-COO-PER -Odio cuando improvisan- pensó Andrew mientras se retorcía en el asiento de su coche, bostezada y abría y cerraba los ojos pensando en que así espabilaría pronto.
Los nervios le habían arruinado la noche anterior y el suave cosquilleo del motor de gravitación magnética lo había sumido en un profundo sueño durante el viaje. El trabajo que debía realizar le era extrañamente cercano, su tesis ya trataba sobre cómo se debe acompañar emocionalmente el proceso de transmigración cuántico de una personalidad humana a una entidad clónica, pero los clones son sin duda humanos... Su mente estaba en blanco. Ya se había incorporado y miraba al infinito a traves del cristal.
-Señor Hobbs, permiso de estancia concedido... esperando confirmación -dijo la agradable voz sintética de Taira, o Technology of Artificial Intelligence for Race Assistance, menos personal pero quizás más acertado para referirse a una "mente en lata".
-Abrir puerta principal.
Repasó sus bolsillos y revisó los datos de la identificación digital en su VersaTab de grafeno -su tableta flexible- una vez más y los comparó con la tarjeta que había recibido; hace dos meses no conocía nada sobre aquel lugar y hoy iba a encontrarse de cara con el mayor secreto que la ciencia parecía tener a día de hoy... este no era uno de esos secretos convertido en rumor, era algo que simplemente se encontraba fuera del ángulo de lo futurible o imaginable en la cultura de la máquina. Enrolló y cerró su VersaTab alrededor de su antebrazo y se colocó el auricular en el oído mientras salía del coche. Repasó de un vistazo el interior del vehículo una última vez y le dió orden de aparcarse.
Mientras el Fiat Taira se dirigía silencioso hacia el garaje del complejo, recordó lo incomoda que era la sensación de ser seguido por las cámaras dron flotando sobre su cabeza en los centros comerciales.
Levantó el brazo izquierdo y manipuló con el derecho su VersaTab para hacer una llamada; podría haber usado el micrófono, pero las IA separaban en sílabas las palabras que no estaban en su base de datos, y aunque nadie más parecía darse cuenta de ello, le recordaba que aquello no era real... y esto le provocaba rechazo. Tras medio minuto de espera desistió de llamar e hizo algo que sorprendentemente no había hecho aún. Observó el lugar:
El edificio era bastante grande -demasiado, pensó-. Esperaba encontrar una de esas semiesferas blancas tan llamativas y descriptivas de sus propios secretos, pero tuvo la sensación de estar ante un edificio vulgar, donde más que un jardín y un grupo de científicos podría encontrar una oficina del gobierno y un ejercito de funcionarios. Seis plantas y cuarenta y ocho ventanales por cada una daban para muchas oficinas. Muchas personas debían haber trabajado allí, pero ya sabía que su trabajo consistiría en determinar el verdadero futuro del proyecto; debía reconocer el estado del Dr. Bastos y dictaminar si él y su proyecto eran finalmente descartados o enfrentarse a una psique alienada por una naturaleza desconocida. De él dependía que el sueño no sucumbiera al olvido.
Observó alrededor y le sorprendió ver que la carretera no sólo llegaba hasta allí, estaba por todo el valle; serpenteando y formando un mosaico de calles que entendía que podrían no llegar a ser más que el boceto de un sueño -Más presión- pensó mientras volvía a encarar el edificio.
Empezó a caminar hacia el hall y agradeció el estar solo; temblaba a cada paso y disimular no se le daba muy bien. La puerta estaba cerrada y a traves del cristal pudo ver que nadie esperaba su visita. Recordó que el Dr. Inasha no le aseguró su presencia mientras rezaba para que hubieran activado su pase. Se alejó de la puerta y colocó la mano izquierda sobre el escáner de identificación biométrico y esperó...
-Bienvenido a la Fundación Hans&Cooper señor HOBBS. La clave ha sido transferida a su llavero, rogamos revise sus permisos de entrada y estancia para evitar errores. Permiso de seguridad nivel 1, caracter: visitante...
¡BIP! ¡BIP! ¡BIP!
¡BIP! ¡BIP! ¡BIP!
La máquina avisaba del fin del proceso pero Andrew aún no había retirado la mano del lector, se había quedado petrificado:
Al fondo de la gran sala pudo ver a un hombre; estaba tendido en el suelo sin moverse y eso le asustó. Volvió a activar el escáner con prisas para poder pasar mientras una vorágine de pensamientos catastrofistas inundaban su mente; quizás el Dr. Inasha sí que había venido a recibirle, pero, si Bastos vivía allí solo, puede que hubieran discutido y este acabara por perder la poca cordura que le quedaba. Inasha había mostrado "ilusión" cuando hablamos de los metodos que usaría para afrontar los cambios en la mentalidad del sujeto... aunque quizás solo deseaba mi fracaso y Bastos lo sabía.
Las puertas se abrieron y entró a toda prisa, intentó realizar una llamada a emergencias mientras corría, pero la VersaTab le bailaba en el antebrazo, se detuvo a marcar pensando en que un par de segundos no cambiarían el destino de...
-!JODER!...- Andrew se quedó boquiabierto; el hombre, que había decidido dejar de hacerse el muerto, caminaba ahora lentamente hacia él. No parecía haberse dado cuenta de su presencia, pero eso le confirmaba la identidad del extraño: Lucas Bastos, doctorado en biotecnología genómica y descubridor de las últimas tres proteínas que ayudaron a comprender el proceso completo de la fotosíntesis, en un inicio, mejorando las capacidades de absorción de CO2 de diversos arboles, a su posterior manipulación en embriones animales y más tarde, al diseño de nuevos huéspedes híbridos para las mentes cercanas al abandono corporal... una locura digna de un excéntrico que volvía a tumbarse pegando la oreja al suelo...
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"Abandone las convicciones del pasado, apueste por la vida tras la vida". "La fundación Hans&Cooper apuesta por el equilibrio entre cuerpo, alma y naturaleza". "La tecnología de transmigración neuronal asegura un huesped mental, física y emocionalmente formado acorde a las experiencias del cliente" -convincente- pensó Andrew- aunque claro, a mí nunca me han atraído las alternativas-.
Amontonó las láminas publicitarias y las volvió a guardar en el cajón, revisó el inferior del mostrador, pero no encontró nada más. Llevaba sentado allí cerca de media hora. El doctor seguía deambulando por la sala y repitiendo su extraño ritual, y aunque había intentado comunicarse con él de diversas formas, no recibió respuesta alguna.
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