En la lejania veo esconderse el sol mientras corren frente a mi dos o tres niños detrás de un perro juguetón.
Corre un aire fresco que hace agradable la tarde de este 28 de julio en el que estamos.
Mi piel nota el roze de la tierra que levanta el aire y se me erizan los vellos por un escalofrío.
El perro , cansado de ser perseguido se tumba y los niños lo entretienen. Como quiere descansar los ignora y estos pronto se inventan un nuevo juego.
Uno abraza al otro mientras el tercero ríe y los tres acaban jugueteando en el suelo. Rozan sus manitas pasandose montoncitos de tierra. uno se sacude.
Deciden buscar el balón que de un golpe se fue a parar a unos arbustos altos el otro dia. se las ingenian todas: saltan, tiran piedras, cojen un palo...al final cae y saltan de alegría.
Se la pasan por los aires con ganas de que el otro no la atrape y así reirse.
Pronto llegan dos madres conversando, que después de saludar dan un bocadillo a sus hijos que se niegan a soltar la pelota. Poco rato después llega la tercera acompañada de su marido y un bebé. Sentados en un banco rien al contemplarlo y hasta los niños se juntan en corrillo a observar sus monerias entre risas y palabras dulces.
Se oscurece y se despiden.
Yo me quedo mirando la lejania donde hay un par de nubes que casi no se ven.
Al encenderse las luces del parque ya vacío descubro un detalle, el chupete del bebé ha quedado en el banco.Lo recojo pues no quiero que caiga al suelo y se ensucie.
Lo tengo en mi mano y lo observo, me trae tantos recuerdos...tantos bebés he visto crecer en este parque...
A la tarde siguiente en llegar los tres niños con el perro juegan a pelota alegremente.
El balón, de un golpe, se les ha escapado y ha dado en la estatua de bronce que hay a un lado de los bancos.
El mayor de los tres corre a buscar el balón. Queda sorprendido al encontrar el chupete de su hermano en la mano de la figura.