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Categoría: Ciencia Ficción

En la Pared

Realmente no tengo idea de cómo, cuándo ni por qué pasó, ¿por qué a mi? Tampoco lo sé... Sólo sé que ahora estoy aquí, y no sé si lo que debo hacer es regresar...

Todo comenzó aquel día.... lo recuerdo como si me acabara de ocurrir, ese día fue distinto, a lo lejos se escuchaba una canción, esa canción había estado todo el día conmigo y no tenía idea de dónde provenía.... en esos momentos fue agradable, aunque no puedo decir lo mismo de lo que me ocurrió después, en fin, como iba diciendo, esa noche fue distinta, llegué a mi casa muy fatigado y decidí ponerme cómodo y dormir. Hacía calor, tal vez pienses que el calor es normal en julio, pero es que ese calor no era ordinario, es que no era un calor... caliente era mas bien un calor frío, o al menos así lo percibía yo. Eran las once y media, lo recuerdo muy bien, no conseguía dormir, a menudo me encontraba en sueños terribles que me hacían despertar sobresaltado.

Abrí los ojos convencido de que esa noche la pasaría en vela, una calidez extraordinaria inundaba mi alcoba, la llenaba de luces contrastantes, que a decir verdad me asustaron un poco, cerré los ojos intentando descansar, pero no pude mantenerlos así, pues algo me indicaba que debía abrirlos, y así lo hice, miré fijo hacia la pared buscando ese algo que me impedía descansar, de pronto vi en la pared cómo se iban creando diversas formas, era como si hubiera encendido una televisión gigante cuya pantalla fuera mi pared, de momento creí que estaba delirando, que el sueño era lo que me ponía así, aunque después me di cuenta de que lo que estaba viendo era tan real como lo que soy yo, si es que aún soy real, las formas se convirtieron en personas, en niños, eran niños jugando, era una ciudad de niños jugando.. Raro ¿no?, no sé por qué en ese momento no lo pude percibir ya, los niños me hacían señas, movían sus manillas en señal de invitación, me invitaban a ir con ellos, yo siempre me quejaba de los niños, decía que eran lo más horrible y a aburrido que existe en el mundo, por eso llegué a pensar que era una mala broma que alguien me estaba haciendo, a veces lo sentía así, a veces casi podía decir que lo que estaba viendo era algo natural, no me puedo imaginar cuánto tiempo fue el que estuve observando a esos niños, vestían abrigos y bufandas, también llevaban botas y sus contornos blancos me daban la sensación de que había mucho viento en el lugar en el que ellos estaban

Agotado me quedé dormido por fin, mas cuando desperté mi sorpresa fue aún mayor, seguía oscuro y junto a mí se encontraba una flauta de metal, de metal frío, sentí mucha curiosidad, todo parecía un sueño, toqué la flauta y de ella salió un exquisito sonido que describía la canción que había me había acompañado antes y con el de nuevo todas las imágenes se desplegaron frente a mí sobre a pared. De la flauta habían dejado de salir las imágenes y ahora provenían de ella ruiditos, acerqué la flauta a mi oído y me asombré aún más cuando noté que de la flauta ahora salían los ruidos de los niños de aquel lugar tan extraño, me pidieron que fuera, me lo pidieron con una voz tan dulce, tan tierna, tan inocente que por más que mi razón se oponía no pude resistirme y asentí... ese fue el día, o la noche, en la que me volví invisible.

Me acuerdo muy bien de cómo se abrió ese orificio en la pared y pude entrar, primero metí un pie, luego el otro y cuando me di cuenta ya estaba adentro, el lugar al que llegué era blanco, blanco silencioso y muy frío, comencé a caminar y descubrí que ese “camino” me llevaría con los niños, caminé mucho, no sé por cuánto tiempo, pasé por un lugar azul, en el alcancé tal tranquilidad que no quise moverme más, pero supuse que debía haber lugares mucho mejores, pasé por amarillos, rojos, grises, de todos colores y en cada uno de ellos experimentaba un ánimo, un ambiente diferente que me extasiaba y me hacía seguir aunque por más que avanzaba sentía que no llegaba a ningún lugar, un día en el que me encontraba muy agotado me encontré un dibujo, tirado, justo en la zona violeta, supuse que era una pista o un ánimo para que no me diera por vencido y lograra llegar, seguí caminando por mucho tiempo hasta que un día llegué a donde me encuentro ahora, me di cuenta de que el “camino que me trajo” hasta aquí no era más que el arco iris que de niño contemplaba casi como el mayor tesoro sobre la tierra, era tan... delicioso. Lo de la invisibilidad se me quitó en cuanto llegué aquí, Aquí todos somos blancos y nuestros contornos de colores, somos como dibujos sobre hojas de papel, aquí la vida es tan divertida, me he dado cuenta de que el ser como somos aquí es...... indescriptiblemente bueno.

He escrito esto para no olvidarlo porque si llegara a hacerlo tal vez no podría saber quién soy o se perdería en la costumbre y todo esto dejaría de ser tan valioso como lo es ahora, he pensado que tal vez esto lo pueda ¿“enviar”? de regreso a mi mundo para mostrarle a alguien más el camino, pero realmente no sé si quiera hacerlo, realmente no sé cuál es el verdadero mundo y francamente no me interesa saberlo ahora, lo único que me preocupa ahora es que tal vez nunca quiera volver a mi lugar y quiera seguir siendo “niño” hasta que la vida se me agote, aunque a fin de cuentas para eso falta mucho todavía.
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