Tengo cerca de noventa años y aún no sé por qué estoy vivo… Hubiera bajado una luz, un dios generoso, un ángel perdido que me explique la razón si todo lo que haga se va a ir al mismo lugar por donde vino… Mis parientes llegan y se van, así como los días y noches… Noto cómo mi cuerpo se encoge y mis amigos se van al otro lado…
Me hubiera conformado con el devenir de la existencia, p...ero vino ese niño a moverme los sesos con su presencia y preguntas…
La primera vez que llegó lo hizo como esos perros de la calle, buscando atención y afecto o simplemente un poco de comida… Desde aquella vez entra a mi cuarto todos los días, como si fuera su casa… Y siempre por lo mismo… Le doy una manzana, se la come y se pasea tarareando canciones por todo el cuarto hasta que llega la noche y antes de irse me deja una señal en la pared… Lo malo es que estoy casi ciego y tan solo veo manchas…
Luego de venir más de dos meses, me he dado cuenta que mi pared está llena de manchas… El niño parece que ha crecido de una manera extraordinaria o en todo caso me he encogido demasiado… Pero no lo creo porque mis ropas si bien me cuelgan, no me quedan largas… Mientras que el niño parece un hombre, ha crecido casi hasta el borde del techo de casa… Y cuando tararea, su voz es la de un tenor…
No sé cómo, pero me dio curiosidad el tratar de entender lo que colocaba aquel niño-hombre, por ello conseguí entre mis múltiples cachivaches una lupa de grueso espesor… Luego de su diaria visita, me acerqué a las manchas que estaban en la pared y leí una serie de palabras deliciosas… “las cumbres del sol se hallan dentro de una chispa…”, “un fenómeno es lo mismo que las diferencias entre los colores de la luz…”, “siembra un pan y serás bendecido de pan y amor…”, “no busques más… todo está dentro de ti…”… y así un sinnúmero de bellas palabras… Suspiré hondo y me sentí tan satisfecho de aquel encuentro…
Decidí esperarlo, pero, desde aquel día no he vuelto a verle… Siento que algo se acerca a mis sueños durante el día y por la noche que la paso en el mismo lugar, sobre aquella vieja mecedora que heredé de alguien caritativo… Y muchas veces percibo que aquel ser niño-hombre se acerca hasta tocarme y allí siento que estoy lleno de luz… Abro los ojos y a cualquier vecino le regalo la mejor de mis sonrisas… Pueda que esté aquel ser dentro de las pupilas de sus ojos…