Miraba las fotos familiares cuando el sonido de una ambulancia lo sacó del frescor de una apacible media noche. Curiosamente salió hacia la ventana y pudo ver a lo lejos un terrible incendio cerca de su casa... Volvió de vuelta a sus fotos y un extraño sentimiento empañó todas las imágenes. Miró su cama y trató de dormir, pero no pudo. Prendió la televisión y no encontró nada entretenido. Cogió un libro y un gusanillo se paseó por toda su conciencia... No pudo más, se vistió, salió a la calle y fue camino hacia el incendio.
Apenas llegó vio a mucha gente curioseando con los rostros pintados por el dorado del fuego, a bomberos con los rostros y ropas llenas de hollín... Fue a tratar de ayudar a los bomberos pero ellos le aconsejaron que no se metiese pues podría hacerse daño. "¡Pero, pero... es mi familia!", mintió el hombre. Todos le miraron y él, al verse en aquella incómoda situación, algo interior sintió que todo en sus palabras era verdad, su familia se estaba quemando viva. De pronto, el hombre cogió una manta mojada y entró hacia la casa que estaba achicharrándose y a punto de derrumbarse...
El hombre, no volvió a salir vivo, pero muchos de los bomberos le vieron llegar y abrazar a todas las personas que estaban quemándose vivas... como si en sus brazos estuviera la salida, la salvación de sus vidas… Nadie comprendió tal acción, mucho menos su verdaderos familiares.
San isidro, enero de 2006
Por favor, que no termine tu cuento ahi. Creo que se puede explotar todavía más. No lo crees. Te estimulo para que lo continúes y no quede como una historia inconclusa. Vale la pena continuarlo porque hay tela de donde cortar. Me parece que tienes talento para decir las cosas pero es necesario desarrollarlo para que la gente no se quede pensando en que falto algo más que decir. Saludos