¡Me sorprendo de la vida!
Tengo a Dios en mi alma, y recién lo sé.
Soy como esos árboles que no pueden ver sus raíces pero que disfrutan tanto del Sol, y de la lluvia, del viento y de todos los seres que visitan mi atención. Y al ver que el tiempo transcurre como un gigantesco elefante jalando la cortina del día y la noche me siento tan especial, libre que aunque no pueda ver mis raíces puedo sentirme tan feliz cuando la tierra alimenta mi ser por completo, cuando los bichos empiezan a rasgar mis atavíos.
¡Dios, soy tan feliz hoy! ... que puedo dejarme aplastar por los pesados pasos del tiempo…
¡Y viajar libre!...
Como esas hojas que se van con el viento...
San isidro, marzo del 2006