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Equilibrio de fuerzas

Yo creo que quería asustarme, de otro modo no entiendo cómo siendo tan débil intentara enfrentarme de esa manera, pero es que parece que muchos de ellos aún no supieran que el arma más efectiva que nosotras tenemos es aparentar debilidad, la mejor manera de vencer al enemigo es haciendo que éste te subestime, creo que las mujeres sabemos eso y lo venimos arrastrando como una especie de código genético milenario.

Debo confesar que cuando lo vi no pensé en mi debilidad como estrategia, realmente me inspiró desconfianza, pero su error fue darme suficiente tiempo para, dentro de mi desconfianza, preparar mi defensiva. Cuando se montó en el autobús mi reacción primera fue la de esconder mi bolso en mi regazo, indudablemente se dio cuenta de esta reacción temerosa e imagino que pensaría que al haberme amedrentado tan sólo su presencia lo demás sería “pan comido”, tal vez por eso al llegar a mi parada él haya decidido seguirme, yo, como buen animal alertado, tomé la actitud más tranquila y decidí entregarme a la música que sonaba en mis audífonos mientras analizaba y medía su fuerza frente a la mía, lo primero que debía ver era si podría enfrentarme a él cuerpo a cuerpo y se hizo obvio que esa idea debía descartarla; luego me fijé si en algún lado tenía un arma escondida pero no se notaba nada escondido en su ropa tan escasa y además apretadísima al cuerpo, como estas ropas que usamos desde niños y que ya nos piden reemplazo pero insistimos en usar mientras las costuras no se revienten. Por último pensé en mis propias armas y encontré que la serenidad y la aparente debilidad era la mejor que tenía, de este modo aminoré el paso y lo dejé pasar a mi lado como si ya ni siquiera me percatara de su presencia en un reto flagrante, tal vez esa fue su primera sorpresa y seguro debe haberlo molestado haciéndolo ahora decidir no sólo asustarme sino darme una lección, supongo que esa debe haber sido la razón para que me encarara frente a las escaleras del puente sin pensar en más nada ya y me hablara con palabras que no entendí a la primera por lo alto que sonaba la música en mis audífonos, así que asumí que al señalarme mi mano lo que quería era saber la hora:
- Una y media – respondí-
- ¡Que me des los zafiros mamita! – me gritó visiblemente molesto-

En ese momento fue cuando me di cuenta de su gran debilidad, la de siempre, la inmutable, la perenne certeza de que la violencia, el grito y la fuerza masculinas dominan por antonomasia a una mujer que tiene la virtud de analizar situaciones y buscar soluciones en fracciones de segundo, las mismas fracciones de segundo que tuve para apagar mis audífonos y así enfrentarme con todos mis sentidos a ese ser tan absolutamente frágil por sentirse tan seguro ante mí.
- ¿Por qué? – pregunté con ironía-
- Porque yo los quiero para mí pues – me respondió ahora visiblemente confundido-
- ¿Tú te has dado cuenta de que atrás de ti tienes las escaleras y yo con un pequeño empujoncito te mando derechito al fondo? – le pregunté ya realmente divertida con la situación, pero para asegurarme que definitivamente el peligro estaba lejos le inquirí: - ¿tú no tienes ni un arma?
- ¿Y si la tuviera? – me dijo con ese tonito de que ahora sí es verdad que se asusta-
- ¡Pues saldremos los dos en las páginas de sucesos! – respondí ya segura de que este señor estaba mucho más asustado conmigo que yo con él-

En ese momento apareció otro señor y decidí dejar de jugar con mi presa, así que le puse cara de niña indefensa con ojos de perrito pidiendo auxilio y el señor al sentir que él era mi héroe (necesidad también heredada genéticamente por milenios) se enfrentó a mi “atacante”, y me pidió que me fuera, yo obedecí y me fui tranquila pensando muy risueña “Ellos son hombres y se entienden, ahora realmente están equilibrados en fuerzas”.
Datos del Cuento
  • Autor: Kassandra
  • Código: 3777
  • Fecha: 01-08-2003
  • Categoría: Urbanos
  • Media: 4.63
  • Votos: 38
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3384
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Andrea May
invitado-Andrea May 01-08-2003 00:00:00

Busca como tu quieras y no habrá forma que nadie pueda vencer la astucia femenina, si nos dan 3 segundos de ventaja. Frente a tiempos iguales gana lo que tu describes perfecto. Si llevamos delantera, ya no hay forma de equiparar, por algo nos quieren hacer creer que somos debiles....

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