Es lunes, la alarma del celular manosea el oído de Jair. sensación agradable que le mantiene en duermevela durante un tiempo más sobre las sábanas frias de su cama.
El teléfono insiste en su mensaje melódico y finalmente lo despierta, tomándolo entre sus manos como un pájaro asustado, lo deja sobre la mesa y corre a bañarse.El agua fría lo envuelve penetrando sus oídos, boca, nariz, ojos y sus negros cabellos estrellados como la noche que se despide por la ventana.
La prisa empuja sus acciones, y olvida el libro que le sirve de soporte a las ideas que aún no cristaliza en su trabajo escolar.Escoge la camisa azul que destaca su color moreno haciéndole más atractivo.Su cabello baila al contacto con el viento que lo aguarda en la puerta de su casa, pintada de azul y blanco, adornada con altos nimes; podados en forma geométricas que la distingue de las otras viviendas..Más allá, está el elevado, cual gusano multicolor, ruidoso, rabioso lleno de autos lujosos y viejos que inexplicablemente son el sustento diario de sus conductores.
Jair, toma el microbus que lo dejará frente al liceo, desciende, intercambia saludos e inmediatamente se dirige a la cancha, un inmenso cuadrado que sirve de refugio a los alumnos que la prefieren a las aulas de clases.Varios se disputan la pelota acompañados de insultos siendo la madre, eterna , vital, la agraviada, que rebota contra el suelo , la verja y con cualquier obstáculo que impida su recorrido.Las alumnas algunas sentadas en el piso, otras en la escalera animan a sus favoritos.
El sol dibuja los cuerpos que aguijoneados por el calor corren a esconderse bajo la sombra de los pocos almendrones que rodean la cancha.El humo de cigarrillos alarma a los pequeños que corren asustados; en tanto los osados fuman indiferentes. Las aulas casi vacías aguardan la llegada de los fugados.Las voces del personal invaden los pasillos dictando sus respéctivas
clases.Inés, la amiga de Jair le dice que la profesora de castellano tuvo que marcharse; sin embargo le dejó un mensaje: esta tarde debes entregar el trabajo.Inés, le aconseja y él corre hacia la cancha su aula preferida.Unos días después; Jair no regresó al liceo, algunos dicen que sigue estudiando en las misiones nocturnas para adultos y en las mañanas vende bolsas en el mercado.