Nadie supo escucharle, ni le entendió.Sus sueños ya marchitos y tan sólo siendo un niño desaparecieron.
...A veces creemos que es más fácil disimular lo eviente que decirlo.
Sus lágrimas brotaban de sus ojos como las hojas caen de los árboles en otoño, todo en él era tristeza, soledad y no había esperanza que pudiera sacarlo de esa situación.Su mala suerte era ya algo conocido por eso intentó encontrar respuesta a su fácil pregunta. Nadie nunca supo por qué lo hizo, sólo sabían que aquella noche se había marchado para siempre...
Sí, sus padres y parientes lloraron y se preguntaron ¿por qué?,pero nadie halló respuesta, ni tan siquiera la idea de lo que él sentía y el sentido de su comportamiento... se marchó sin decir, lo siento, ayúdame,un adiós.
Aquella noche entró en el baño, sin que nadie lo oyera, después de haber llorado a escondidas en su cuarto.
Cogió la cuchilla fría y afilada de su padre, la miró fijamente, tenía miedo...pero sabía que era el momento, ahora o nunca, no se echaría atrás como tantas otras veces... fue entonces cuando lo hizo.
En ese instante no sintió dolor sino una tericia inmensa que recorrió su cuerpo un instante antes de desvanecerse.
Veía su sangre caer delicadamente al suelo, llenando éste de ella, ya no tenía miedo, sabía que era el fin y había sido él quién lo había buscado...
No entendieron por qué no busco otra solución, otra salida, una manera distinta de explicar su dolor, de decir "basta ya" con las injusticias, el llanto, el miedo, el frío que da la tristeza...al parecer esa fue su protesta, dar su vida por una buena causa como era la suya.
Cuando sus padres lo encontraron, no pudieron mediar palabra, sólo se escucho un grito escalofriante de la madre gritando "¡¡¡¡no!!!".
Al final si hubo una despedida, un adiós, en el cristal del baño escrito con su propia sangre se podía leer: "sólo fui un alma más destrozada por el roze de una lágrima".