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Esperando la llamada-2

Laura esperaba impaciente por la llamada viciosa que recibía en raras ocasiones. Sus manos morenas bien arregladas, adornadas con sortijas y pulseras metálicas descansaban sobre la corta falda. Se levantó en dirección a la cocina meneando desprendidamente sus nalgas. El contorno de sus fuertes pantorrillas relucía con cada paso que daba sobre aquellas atrevidas sandalias de tacón. La blusa que llevaba era ligera pero se pegaba obsesivamente alrededor de sus pechos redondos brotando el exceso de carne en un escote exuberante. El perfume que se puso hervía indefenso al contacto de su piel. Se paseó varias veces por el angosto espacio frente al gabinete donde escondía el licor. Sin más rodeos alcanzó la puerta y contempló aturdida la colección de botellas a medio acabar. Su boca estaba entreabierta, sus labios húmedos a raíz de la breve caricia de su lengua. Le atormentaba la incertidumbre de no saber si esta noche aquel hombre la llamaría, aun cuando ya estaba harta de la fría rutina de abrir su boca mientras la besaban para dejar que cada amante la cosquilleara con sus lascivas lenguas. Se le revolvía el estómago cada vez que inclinaba su rostro maquillado hasta encontrar el peludo miembro flácido de los hombres que ella aborrecía. El deseo hirvió tanto por su sangre hasta el punto que el choque de las caderas apretadas contra sus nalgas era ya desapercibido. Laura no sabía quiénes eran y ni siquiera le importaba si le penetraban el alma o si sólo les servía como juguete de fetiche. Cada amante la trataba como ellos querían satisfacer sus más negras fantasías. Ella cerraba los ojos y escapaba a otras tierras, entregándose de lleno a otros cuerpos totalmente diferentes. Pero tanto estuvo fingiendo amar hasta el día que fue sorprendida. Este hombre desconocido llegó un día de la nada agarrando su piel tersa, apretando cada pliegue hasta mojar las partes tiernas de su cuerpo poniéndola en celo. De igual forma separó sus morenas piernas liberando los labios cubiertos de fina pelusa negra y la poseyó como nunca. Ahora la flor de su sexo sólo resplandecía a medias cada vez que la asechaban aquellos miembros ajenos. Alcanzó la botella de Vodka y vertió un poco en un vaso llano. Con la mirada ausente dirigió el vaso hasta sus labios e inclinó su cabeza mientras tragaba el contenido. Dejó el vaso sobre la mesa y prosiguió hasta el espejo más cercano para asegurarse que cada hebra de cabello estaba en su sitio y que su mirada aún fingía deseo. Laura sólo deseaba aquel hombre que fue difícil de atrapar, aquel que la llamaba en raras ocasiones. El teléfono sonó toda la noche, pero la pantalla del identificador de llamadas le confirmaba que no era quien ella quería que llamara. Terminó complaciéndose a sí misma a oscuras, rozando las manos morenas contra su sexo, las pulseras metálicas resonaban rompiendo así el miserable silencio. Mañana sería otro día y aunque quizás iba a terminar contestando el teléfono a los amantes casuales; Laura siempre sacaría una noche para esperar impacientemente por la llamada que nunca llegaría.
Datos del Cuento
  • Autor: EVR
  • Código: 2472
  • Fecha: 12-05-2003
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.44
  • Votos: 45
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4198
  • Valoración:
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1 comentarios. Página 1 de 1
eac
invitado-eac 13-05-2003 00:00:00

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Me parece excelente! felicitaciones

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