El cuento ya no esta aquí
Desde 1997 y hasta el 8 de julio de 2004 cuando sale la Directiva Ministerial N° 14, el Ministerio de Educación Nacional no hacía referencia de forma oficial a La Educación con Jóvenes, Adultas y Adultos, dicha directiva dice que los estudiantes jóvenes y adultos no cuentan como sujetos de educación para la asignación de docentes y que este tipo de educación se debe servir con “aquellas horas remanentes” de la educación diurna y con el pago de horas extras, esto es discriminatorio y un atentado real contra una población vulnerable que se puede considerar como minoría.
3.1 La Educación Formal con Jóvenes, Adultas y Adultos y su relación con la cultura y el sujeto.
Si tomamos la Educación Formal y la hacemos participe de las discusiones sobre cultura y sujeto, podemos ver que esta Educación se corresponde con un tipo de cultura en la cual el sujeto puede ser modelado de forma objetiva, para que piense y se comporte según la formación que ha recibido, es decir, en el sujeto se da un proceso de internalización de una determinada cultura, desconociendo la cultura que trae el individuo o la individua a su ingreso a la Institución Educativa.
Por lo anterior, la cultura escolar en nuestro contexto desconoce el significado moderno de la palabra cultura que es: “una forma particular de vida”, (Eagleton, 2000) desde este significado se puede decir que la cultura implica en sí misma la diversidad y que a pesar de la relevancia dada en nuestro país – Colombia – a la cultura Europea y en las ultimas décadas a la Estadounidense, donde, desde la escuela sé perpetua el mito de la existencia de culturas superiores y la “necesidad” de que las demás culturas se plieguen a ellas, se hace necesario volver la mirada a la diversidad cultural para reconocer nuestras propias experiencias en nuestro contexto, y así validar lo que tenemos, conociendo a los otros y las otras por ellos y ellas y no desde nuestros prejuicios; sin embargo esto es difícil de lograr en la Educación Formal, pues, a pesar de que en la última década se le ha “encargado” el servir de socializadora e intermediadora en la solución de conflictos, la realidad es que los planes para el “mejoramiento de la calidad” van encaminados a fortalecer las áreas para responder de forma adecuada a las pruebas del ICFES y a los requerimientos que en materia de educación se hacen a nuestros gobiernos; la realidad nos muestra que desde la cultura escolar se privilegian valores individualistas por encima de los valores colectivistas, aunque no se puede desconocer que a pesar del referente cultural, siempre se pueden encontrar individuos(as) alocéntricos e individuos(as) idiocéntricos .
Teniendo presente lo hasta aquí expresado se puede decir que es una falacia creer que cuando se habla de una comunidad, pueblo o país se pueda incluir a todas las personas dentro de una cultura, al respecto Eagleton citando a Boas dice: “los antropólogos nos han enseñado como” los hábitos, los pensamientos y las acciones más heterogéneos y heterogéneas pueden coexistir mutuamente” (Eagleton, 2000), sin embargo, en nuestro país es difícil la coexistencia porque los patrones socioculturales que involucran el prejuicio y la discriminación, llevan cientos de años de transmisión a través de la educación, ya sea que se imparta en el hogar, la escuela o la sociedad; es más, nos hemos acostumbrado a observar como normales y naturales comportamientos que denigran a seres humanos vulnerables; el prejuicio y la discriminación tienen en nuestro medio las más variadas y descaradas formas; cuando en Colombia se habla de racismo se piensa que incluye solo a los afrodescendientes; pero si se tiene en cuenta que prejuicio es juzgar antes de conocer, basándose para ello en: el fenotipo, la historia, los hábitos o instituciones