En un lejano paía, vivía un Rey, del q se decía q tenía por hija a la más bella flor q cualquiera había visto. La belleza de la hija del rey era comentada por todas partes, al igual q su ternura y perspicacia.

Por supuesto, eran muchísimos los q iban a pretenderla y pedir su mano al monarca, pero éste, en su amor de padre, sólo quería al mejor para su hija, así q a los enamorados pretendientes, les proponía 4 preguntas en las q debían demostrar su cultura y su experiencia de la vida, y si fallaban alguna de ellas, serían convertidos en estatuas de sal. Y a fé, q a estas alturas, el jardín real estaba plagado de estas curiosas estatuas.

Como suele pasar en estas historias, la princesa, en uno de sus paseos por el mercado del reino, quedó prendada por un joven comerciante, de origen humilde. Ambos conectaron inmediatamente y entre ellos se había formado un vínculo importante, por eso, cuando el joven anunció a su amada q hiría a pedir su mano, la princesa trató de disuadirlo, pues no quería verlo convertido en resplandeciente estatua.
El joven, embargado de amor, le dijo q no se precupase, q en su vida de comerciante, ya había tenido q desarrollar el ingenio para salir de muchas preguntas difíciles sobre sus mercancías, y q dado el sentimiento q había entre ellos, valía la pena arriesgarse.

Así, a la mañana siguiente, el joven, tras atravesar el jardín de estatuas, pedía la mano de la princesa al Rey, el cual tras advertirle las condiciones y esperar a q el joven aceptase, comenzó el interrogatorio.

1ª) -¿Cúantas estrellas exactamente hay en el cielo?-
1 billón exacto, respondió el joven con seguridad. ¿cómo estás tan seguro?preguntó el monarca-
Las he contado yo mismo. Si no me creéis, majestad, mandad a vuestros astrónomos q las cuenten y si he errado, me convertís en estatua.
- bien...bueno, pasemos por el momento a otra cosa. 2ª pregunta: ¿Qué les ocurre a los muertos?
- Eso es fácil, los q han sido buenos tienen lindos sueños, mientras q los q han sido malvados, sufren horribles pesadillas! Yo desperté a uno y me lo contó. Despertad uno vos mismo y si os he mentido, gustoso me dejaré convertir en figurita decorativa
- Vaya, qué curioso...- reflexionaba el rey
-3ª pregunta: ¿Cuánta agua hay en el mar,joven mercader?
- Majestad, esa es una pregunta imposible de contestar-argumentaba el joven- porq la evaporación disminuye esa cantidad y los ríos continuamente le aportan más agua. Mandad parar ríos y evaporación y yo os diré en ese instante cuánta agua hay.
- Quizá lo haga, dijo el rey, pero por el momento te formularé otra pregunta, la 4ª, ¿En cuánto valorarías mi real persona?
- El joven, que pese a ser comerciante, no sabía cómo se podía poner precio a una persona, meditó su respuesta cuidadosamente, y finalmente dijo: 29 monedas de plata.
El rey estalló de ira diciendo si para él, su real persona sólo valía esa mísera cantidad.
- No, majestad, al contrario. Una vez, Jesucristo, persona que resultó con el tiempo ser muy importante para muchas personas, y fundador de una de las religiones más importantes, fue vendido por 30 monedas de platas, así q yo estimé q vuestra reral persona sólo valdría una menos.

El Rey, q a esta altura, ya había cogido aprecio al chico, no tuvo más remedio, que concederle la mano de su hija.