La soledad se ríe de mi, porque piensa que no sé luchar contra ella. Pero la derrotaré cuando tenga las fuerzas suficientes para apartar las cadenas que me unen a las lágrimas de desesperación.
Estoy aquí, en este lugar desolador que desconozco, pero que presta su cobijo a mi fría alma. Estoy esperando, no sé a quién, a qué, ni por qué, pero conservo la fe de que ese motivo aparezca.
No estoy ciego, lo que no veo es porque no quiero, quizá porque me de miedo la realidad, no estoy sordo, solamente me niego a oír palabras que me hieran... Sigo vivo aunque a veces mate, sí estoy aquí, aunque no me vean, aunque no noten mi presencia no me he ido, he estado esperando tu abrazo siempre... aunque mientras dormías me nombrabas, y cuando despertabas deseabas volverme a tener...
Soy lo más bonito que hay en el mundo, lo más tierno y lo más deseado.....
Mi nombre real ya no importa... tampoco de donde vengo ni a donde voy. Traigo alegría, pena, dolor, pasión y sufrimiento, entre otros muchos sentimientos más. En todos sitios me esperan aunque me acaben odiando, nunca renuncian a mí....
¿Sabes quién soy?
Me llamo Amor, y nunca te he pedido más que tu comprensión. Lo doy todo para ti, y cuando las cosas no salen bien, lloro junto a ti. Injusto y traidor, soy el único que siempre te acompañará...
Ithaisa: Te quedó bien bonito el cuento pero da la impresión que (según parece) el vasco no aportó ni el que vive a diez cuadras de tu casa. ¡Cuidado vasco... cuidado! Caperucita está sola en el bosque... ¡Ay Caperucita! ... Joaquín