Nadie es tan poderoso como para decidir acerca de su vida. Nadie.
Se muere en el mismo modo en que se nace, solo. Y solo, se pagan los errores ajenos. Injusticia de la que no estamos exentos ninguno. Y eso, que ya nacemos expiando las culpas de nuestros ancestros, y pasamos así la vida.
Tal vez sea yo, quién pague mañana que alguien se excedió con el alcohol ésta noche. O tal vez, seré embestida por algún kamicaze, que despechado de la vida, decidirá hacer pagar a otro lo que le hicieron a él.
Quizás sea un inconsciente fumador, arrojándo al suelo de una gasolinera la colilla que la prenda. O puede ser un brillante científico, subvencionado por el estado a costa de nuestros impuestos, el diseñador de la bomba que extermine varias vidas. Incluida la nuestra.
Pero no quisiera ser tan sangrienta.
Y si fuera que al comprar una vivienda, con todos los ahorros de nuestra vida, la empresa vendedora se declara en bancarrota y nos quedamos sin ver un euro? O los vecinos montan unas orgías nocturnas, que cualquiera les llama la atención..., son skin-heads!
Que ocurre si nuestra pareja decide terminar esa relación que nos parecía tan feliz, y acabar con cuantos... diez, veinte, o incluso treinta años de matrimonio, por otra persona a la que superamos en diez? Y por supuesto que no quiero ni pensar, que mantengan relaciones sexuales sin tomar las precauciones pertinentes, y nos contagie el SIDA. Pero ya el colmo sería que encima él, solo fuera portador!!!
En ocasiones, me invaden éstas cuestiones y me pregunto si tendrá algún sentido cuidarnos tanto, empleando multitud de horas en gimnasio, dietas, educación, cosméticos, etc... cuando mañana mismo, sea posible que alguien decida aniquilar nuestros esfuerzos de toda una vida, en menos de un segundo.
En la conciencia de quién terminará escrito mi nombre?
Espero que al menos, ésto sea la absolución en nuestros expedientes, y los pecados de Eva, los pague ella sola.