FÁBULA DEL ZOPILOTE
De Itzìhuappe Escalera Coria
Un zopilote enlutado
volaba en cierta ocasión
quejándose, en desazón,
de su futuro baldado.
“¡Pinche vida! ¡Vaya suerte!”
-se decía- “¡qué mal sino!”
“cometeré un desatino
que me arrastre hasta la muerte.
El mundo injusto, conmigo
no tiene ningún perdón.
Limosnero del panteón,
carroñero de un mal chivo
todo cuanto puedo ser,
pues el cielo me ha marcado
para vivir desdichado
y desperdicios comer”.
Se detuvo en un mezquite
a quejarse más a gusto
cruzándose de las alas
triste, cabizbajo y mustio.
“Carne fresca necesito
o más mejor un banquete
como nunca se haya visto,
¡del que come un presidente!”
Pasó una gallina al lado:
“Me antoja más un venado”
pasaba volando un tordo:
“Se me antoja un pollo gordo”
acaso pasó un conejo:
“Tá re flaco y ya muy viejo”
Así pasaron dos días
y un desfile de animales
que a ninguno de los cuales
comerse el ave quería.
Sintiendo el hambre canija
que su panza rasguñaba,
mira, coge y se traga
una seca lagartija
que encontró en un agujero
del tronco en que se posara
y que muerta se encontrara
lo menos un mes entero.
Se la tragó en un momento,
y regoldando muy fuerte,
voló con un pensamiento:
“¡Pinche suerte! ¡pinche suerte!”
MORALEJA: : Muy mal te queda el fingir
que no me entendiste nada
y tu conducta es errada
si piensas, sin trabajar,
que la suerte ha de venir
siendo tú el que ha de buscar.
¿Qué más te puedo decir?
La suerte no ha de subir
si tú no quieres bajar.
Morelia, Michoacán. 22 de mayo del 20.