Hacía mucho tiempo de aquello y, sin embargo, por más que lo había intentado, no podía olvidarlo. Aún podía sentir esa traición clavada como un puñal en su fragil corazón.
A veces pensaba que hubiera sido mejor dejarse morir cuando tuvo oportunidad porque, al menos así, no viviría rodeada de fantasmas como lo hacía ahora.
En aquella época decidió luchar por su vida porque realmente pensaba que tenía algo por lo que pelear. Así que luchó y, en la dura batalla que se entabló, logró vencer a la muerte que se cernía sobre ella.
Qiue desilusión se llevó después, que cruel fue el destino y que sensación de derrota tan infinita se abrigaba dentro de ella.
Paseó de un lado a otro de la acera, intentando decidir si era buena idea entrar y al final llegó a la conclusión de que no lo era. Dio la vuelta y comenzó a alejarse mientras extraía del bolso una fotografía de ellos dos. Esa fotografía le volvió a traer esos dolorosos recuerdos y las lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas.
Por aquel entonces estaba tan feliz... Superar su enfermedad y vencer a la muerte, cuando ya casi todo estaba perdido, no era algo que se viera todos los dias. Para ella había sido como volver a nacer de nuevo y había decidido que aprovecharía cada minuto de la nueva vida que se abría ante ella.
Había hecho el firme proposito de demostrarle a su novio y a toda su familia, en especial a su hemana por tantas horas que la había acompañado, cuanto los quería y lo agradecida que les estaba por haberla apoyado durante todo ese tiempo.
Para empezar, intentaría recuperar todo el tiempo perdido con su novio. Esa misma tarde había tomado otra de las decisiones más importantes de su vida. Despues de tanto tiempo, quería dar un paso definitivo. Esa tarde le pediría a su novio que se casara con ella y emprendieran juntos su nuevo camino.
Se había parado frente a un escaparate en el que había visto un precioso vestido y no pudo evitar la tentación de comprarselo. Le quedaba divino y estaba segura de que él se quedaría con la boca abierta cuando la viera. Se acercó a una peluquería y una vez allí decidió cambiar su aspecto por un "look" mucho más moderno y juvenil. Se pintó y se arregló con muchisimo más esmero del que hubiera puesto otro día cualquiera. Cuando salió estaba irreconocible y, porque no decirlo, muy bella.
De camino a casa de su novio, entró en un establecimiento donde compró unas velas para adornar la mesa y los mejores manjares que encontró, para preparar una suculenta cena. Él había salido así que decidió apurarse para que todo estuviera listo cuando llegara. Menuda sorpresa se llevaría.
Había caminado con paso apurado y nervioso durante todo el trayecto y cuando llegó estaba exhausta pero muy alegre y feliz. Había sacado las llaves del bolso y abierto la puerta con más sigilo del que hubiera pretendido entonces. Todo estaba oscuro pero, desde la habítación le llegaron ciertas sonrisitas e incluso le pareció advertir jadeos intercalandose con el silencio que reinaba en el resto de la casa. Se había acercado, entonces más lentamente, por el pasillo y apoyado la mano en la manilla de la puerta mientras tomaba aire. Las risas y los susurros de pasión seguían y sus nervios aumentaban a cada segundo que pasaba mientras que su corazón amenazaba con desbocarse. Al fin abrió la puerta y los vió allí... a los dos... ¡Su hermana y su novio! Apenas podía creerlo pero ahí estaban, mirandola con rostros llenos de estupor.
Casi no podía recordar nada más, aparte del grito de dolor que se abrió paso, de manera rotunda, desde su corazón a su garganta, mientras que sus rodillas dejaban de sujertarla y las velas, junto con el resto del contenido de las bolsas, se desparramaban por el suelo. Tampoco lograba recordar, a ciencia cierta, como había salido de allí pero le parecía haber salido corriendo de esa casa mientras que su novio intentaba, sin exito, detenerla.
Todo había sido tan doloroso para ella que nunca había sido capaz a superarlo. Sentía como si tuviera una enorme losa justo encima del corazón, aplastándolo sin dejarlo respirar y por ello recogió todas sus cosas y marchó lejos de todo aquello, con el único proposito de de despojarse de todo lo que la rodeaba y amargaba.
Solo había mantenido contacto con su madre desde entonces, por medio de cartas y alguna que otra llamada telefónica. Era así como sabía que ellos dos al final se habían casado, porque su hermana se había quedado embarazada, lo que aumentó, todavía más si cabe, su profundo dolor por aquella traición.
Jamás había tenido ni la más mínima intención de volver, hasta ese día.
Su madre había telefoneado, desesperada, pidíendole que volviera para verla, al menos por última vez. Ella se estaba muriendo. Su hermana tenía la misma enfermedad que, tiempo atras, había intentado arrastrarla a ella pero no tenía tanta suerte y no se salvaría de una muerte segura.
Y, ante los insistentes ruegos de su madre, allí estaba, caminando por una acera, enfrente del hospital, abrazada a una foto que era parte del pasado, llorando desconsolada, recordando la traición que había destrozado su vida y sus ilusiones.
De pronto, paró en seco, se limpió las lágrimas que empañaban su rostro y trató de tranquilizarse. Rompió la foto en mil pedazos y se los obsequió al viento. Se giró, volvió sobre sus pasos y caminó hacia el hospital. Después de todo no era ella quien tenía que esconderse. Estaba preparada para volver a verlos.
Mientras se dirigía hacía la habitación, una nueva sensación crecía dentro de ella y comenzó a sentirse orgullosa de sí misma.
-Tu no eres como ella- se dijo.
Y, con paso firme y decidido, entró a rendirle un último adiós a su hermana, a su marido, a su antigua vida y los fantasmas que todavía habitaban en ella.
Crystal... Como siempre tus cuentos tienen una gran presentación, sabes como desarrollar bien la trama y con habilidad te las ingenias para dar un excelente desenlace al cuento. Sinceramente pienso que estás entre las mejores de ésta página. Felicidades. Atte, Nathalie Ledo. "Fantasmas del pasado"