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Fidelidad absoluta en el amor

Existen sentimientos que lo son de por vida, el más representativo es el amor. Si alguna vez oyes decir que el amor no es eterno, es porque no es verdadero amor.
No me refiero a los amores familiares o filiales que se supone que de por vida serán eternos, sino el amor al otro en el encuentro, cuando se ha superado largamente el hecho de estar separado, se puede seguir comunicando a distancia ese sentimiento positivo y laudable que es el amor incondicional, porque de no ser así, no es amor.
Podría hacer un repaso exhaustivo de los innumerables tipos de amor: por necesidad, por conveniencia..., pero yo hablo del amor total, del amor entrega, del amor a veces sin respuesta o esperanza; en suma, hablo del amor incondicional, ése y sólo puede eternizarse como la vida misma.
Si el amor es lo contrario del miedo, el amor auténtico es la ausencia total del miedo, del miedo a todo y a nada, el amor generoso no espera nada a cambio, no depende de nada, es la entrega absoluta del sentimiento más profundo que sentir pueda el ser humano hacia otro ser humano; el amor no se mide por la cantidad, sino por la calidad, es lo cualitativo de ese amor lo que nos dignifica en grado sumo.
El amor de verdad no cuestiona ni espera nada..., la fidelidad de por vida; es la rotundidad del amor. Conocemos algunos amores eternos que incluso han costado la vida a los amantes porque es tan poderosa la energía que desarrolla que a veces puede ser insoportable y se considera como la liberación máxima el morir por amor.
Ese amor desborda, llena y completa toda mi existencia y se convierte en la única finalidad de mi vida; así pues, es un amor invasor, ya que invade todo aquello que configura mi existencia y la de todas aquellas personas y situaciones que se ponen en su camino, por tanto, es arrollador, desmesuradamente desproporcionado a lo que mi control humano no puede imaginar, pero no por ello voy a temerlo.
Hay gentes que nunca lo sintieron, otras que debieron oír hablar a sus mayores; algunas privilegiadas como yo, que lo estamos viviendo en nuestras propias carnes. En cualquier caso, es envidia de piropos y extraños, es una pasión arrebatadora que me lleva a vivir por y para mi amor, para la persona a quien amo. Me atrevería a llamarlo la fidelidad absoluta en el amor, porque se es fiel de la noche a la mañana, del alba al crepúsculo, al ser que amo.
Este amor de semejante intensidad puede perdurar siempre, me deja enganchada en él, en un sentimiento que me eleva y me dignifica.
El dolor nunca existe en esta situación porque es un filtro suave y hasta agradable cuando se aprende a convivir con él y a tutearle.
La historia de la humanidad está jalonada por amores que fueron célebres, aunque algunos acabaron en tragedia, pero no por tragedia humana, sino por la sublimación del amor que era ofrecer la vida por el ser amado.
Con razón se dice que el límite del amor es el amor sin límite, éste es sin duda ilimitado, como mi naturaleza humana, por eso las cosas y maravillas no me satisfacen, porque los espíritus son ilimitados y esa es la razón de esa insatisfacción constante en que vivimos, solo este amor pleno, excesivo e invasor, supo colmarme esa insatisfacción.
Eterno, perdurable, infinito, el límite del amor, el amor sin límite.
En el amor.. toda duda es pecado (Gibran).


Mi dulce lobo siempre eterno en mi.
Datos del Cuento
  • Autor: Enia
  • Código: 9379
  • Fecha: 05-06-2004
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.27
  • Votos: 67
  • Envios: 5
  • Lecturas: 5405
  • Valoración:
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